Pabla se enfrenta al restaurante El Invernadero tras sufrir insultos, amenazas, burlas, agresiones físicas y vulneración de derechos fundamentales.
Cuando Pabla llegó a ADELA, el grupo de Auto Defensa Laboral de la Asamblea Popular de Carabanchel, por primera vez, se encontraba abatida, triste, temerosa y tímida. Es lo que suele suceder cuando una empresa y tu jefe han estado ejerciendo violencia contra ti durante un período prolongado de tiempo, que te dejan hecha polvo.
La historia de Pabla, por desgracia, es la historia de muchas personas. Y por eso su causa, también es la nuestra.
Nuestra compañera arrastraba, y aún lo hace, el dolor por haber recibido gritos, insultos, órdenes injustas, burlas, represalias y otro tipo de vejaciones, día tras día durante su jornada laboral como ayudante de limpieza de Office en un restaurante llamado El Invernadero, cuyo propietario y chef se llama Rodrigo de la Calle.
Este establecimiento de alta cocina y estrella Michelín situado en el madrileño barrio de Chamberí, afirma con orgullo que “la naturaleza vegetal es el pilar fundamental de nuestra cocina, respetamos el producto”, sin embargo lo que no respetan son los derechos laborales. Bajo la mano y mirada impasible de Rodrigo, se han vulnerado los derechos fundamentales de muchas de sus trabajadoras, pero en esta historia hay más villanos, Arturo, segundo de cocina y jefe directo de Pabla.
Arturo ha hecho daño a nuestra compañera y ha utilizado su posición de poder para ejercer una conducta intencionada y continuada de hostigamiento, con comportamientos hostiles, degradantes y humillantes que han vulnerado de forma constante la dignidad e integridad de Pabla, lo que ha afectado gravemente a su salud emocional y física, algo que no les vamos a perdonar nunca.
Arturo y Rodrigo han intentado forzar a Pabla a que dejase su trabajo, creando un clima laboral insostenible de abuso continuado. Se dedicaban a retirarle la propina de forma arbitraria e injustificada, algo que no se hizo con otros compañeros. Le cambiaron el turno de un día para otro, para que no pudiera tener el horario de mañana sin ningún tipo de justificación. Le ponían pegas para el disfrute de días de asuntos propios, alegando por parte de Arturo que “no existe convenio colectivo” y que todo depende de lo que la empresa decida en cada momento.
Y es que Arturo necesita que le demos un repaso por los derechos laborales que existen y que vulnera continuamente. Su tortura no acaba aquí, a menudo tenía actitudes racistas y denigrantes, dirigiéndose a Pabla y a sus compañeros como los “panchitos de la pila”, “mierdas de la pila”, “mongolas de la pila”, “guarros de la pila”, “vagas de la pila”, y “subnormales de la pila”.
También tenía tiempo para hacerles comentarios sexistas tales como “que poco favor os hace Irene Montero con la Ley de Igualdad”. Además de las palabras, realizaba agresiones físicas en presencia de otros compañeros, en una ocasión lanzó a Pabla una bayeta sucia a la cara. Le gustaba lanzar también copas sucias, bolas de papel film, restos de comida y otros objetos a la zona de trabajo de Pabla para que tuviese que repetir su tarea de limpieza y así retrasar su jornada laboral, que por supuesto no le pagaban como horas extraordinarias.
Así ha sido la vida de Pabla desde 2022 que comenzó a trabajar en el restaurante, demasiado tiempo para tanta violencia. En octubre de 2024, decidieron retirarle de nuevo la propina y tras una discusión con Rodrigo, el chef que se define como “domador de vegetales”, en lugar de domarse a sí mismo, Pabla sufrió una crisis de ansiedad en el trabajo, sin recibir el auxilio necesario ni asistencia médica por parte de Rodrigo que decidió llamar a un Uber y enviarla a su casa, en lugar de llamar a una ambulancia.
Desde entonces nuestra compañera se encuentra de baja médica y tratamiento psicológico con ataques de pánico, nerviosismo y temblores.
Y es que en solitario sufrimos, pero en colectivo organizamos nuestro miedo y rabia. Y eso es lo que ha estado haciendo Pabla desde que decidió acudir a ADELA para defenderse. Compartió su historia con el grupo y conjuntamente pensamos en las medidas judiciales y de acción directa que podíamos realizar para tratar de hacer justicia y reparar su situación.
Por el momento, Pabla ya tiene fecha de celebración de juicio. Será en febrero de 2025 y lo que solicitamos es la extinción del contrato de trabajo por incumplimiento grave del empresario y vulneración de derechos fundamentales, y la indemnización correspondiente por los daños morales y materiales.
Desde ADELA les exigimos a Rodrigo y Arturo que paguen a nuestra compañera la cantidad indicada en la demanda y que cesen sus comportamientos racistas, machistas y clasistas contra sus trabajadoras y trabajadores. Vamos a hacer que vuestro restaurante sea conocido, no por sus menús degustación de más de 150 euros, sino por cómo se os atragantan los derechos laborales.
Ahora Pabla es activista dentro del grupo para luchar contra El Invernadero, dar apoyo a otras personas que llegan a ADELA y participar en otro tipo de acciones. Su miedo sigue ahí, pero también su lucha. Y lo que antes tenía que hacer sola, ahora lo enfrenta en colectivo porque así es como se supera al miedo y porque así es como se vence a las empresas.