«Para que no sume su muerte»

L@s reponsables polític@s de la Comunidad Autónoma de Madrid, con la presidente Isabel Díaz Ayuso a la cabeza, han decidido quienes tenían que morir, y tras la orden -con franqueza, sin secretismo, sin disfraz-, l@s reponsables polític@s de la Comunidad Autónoma de Madrid, han instaurado los códigos de lo grosero, de lo obsceno y de lo indecente, es decir, un discurso sin vergüenza. Con la decisión de quien tenía que morir, se han arrogado el derecho inhumano de eliminar vidas que están obligad@s a guardar, eso lo han hecho porque han creído que con la indecencia de su discurso tenían el poder de blanquear las palabras del mismo, sólo que han provocado indecible dolor y muertes horrorosas.

«Antes de morir les sacan de la Residencia. Para que no sume su muerte» 

 Los datos:

a.- ELPLURAL.COM  (Comentario a una fotografía): “Traslado de un féretro desde la Residencia de Mayores Adolfo Suárez (Madrid) a un vehículo de intervención judicial(1). El centro es uno de los afectados por la pandemia del coronavirus”. En Madrid (España), a 2 de abril de 2020. EP (1) La intervención cautelar es una medida que puede ser acordada por el juez instructor de una causa penal seguida por un delito cometido por una persona jurídica. Código Penal artículo 33.7.II.

b.- “Esto ha sido un cementerio de vivos”, han señalado a ElPlural.com desde la Plataforma de Amigos y Familiares de la Residencia  (Plataforma de Familiares de Residentes de la Residencia de Mayores de Alcorcón, de titularidad pública). Un colectivo que planea presentar una “querella colectiva” contra la Comunidad de Madrid “al margen de las denuncias que individualmente se presenten”. Entre las cuestiones que denuncian, familiares de ancianos alertan que “una vez enfermos” y sin previo aviso a los familiares, “les trasladan al hospital para que su fallecimiento no sume como muertes en residencias”. Desde la plataforma aclaran a este periódico (ElPlural.com)  que no se trata de casos aislados: “Son bastantes casos y los vamos a denunciar (…) Pero esto no es ni siquiera lo más grave, sino el absoluto abandono de los residentes. Les han dejado morir. Esto ha sido un cementerio de vivos. Nos lo decían de forma confidencial las propias trabajadoras del centro”.

Entrada residencia en el barrio de carabanchel. Foto de Jesús Hellin (https://www.jesushellin.com)

Desde la Plataforma recuerdan que el máximo responsable de lo allí sucedido es la Comunidad de Madrid y que ya habían avisado al Ejecutivo de Isabel Díaz Ayuso antes del 8 de marzo de la atención inadecuada y la falta de personal en el centro. De hecho, hay quejas que se remontan cinco años atrás. Los familiares de esta residencia de Alcorcón también lamentan que no se les ha permitido despedirse de los fallecidos cumpliendo las medidas de protección, como marca la ley, y que han corroborado que la Residencia daba salida a fallecidos «sin obtener el Acta de Embolsamiento, que es el documento médico-legal acreditativo de la conducción o traslado del cadáver cuando es retirado por los servicios funerarios».Los familiares ya no quieren más «muertes llenas de indignidad y tristeza” y por ello también han solicitado a la Fiscalía que la Residencia la intervenga el Estado y asegure la presencia continua de médicos en el centro.

c.- ELPLURAL.COM 

Lunes, 18 de mayo de 2020 Durante la pandemia del coronavirus las residencias han sido el principal foco de riesgo y de contagio. Los más mayores son el colectivo más vulnerable. Desde el inicio de la crisis del coronavirus se ha confabulado con que los hospitales optaban por no ingresar a personas mayores para priorizar a otros afectados. Sin embargo, hasta ahora no existía un documento oficial que demostrara tan graves hechos.

El Confidencial publica este lunes un informe médico por en el cual se puede leer: «Ante la situación de saturación actual, y por indicación de dirección médica dada esta mañana, no se permite el ingreso de pacientes de residencia en el hospital”. De esta manera, el centro sanitario (Hospital Infanta Cristina de Parla, en Madrid) despachó a una mujer que presentaba un cuadro de “neumonía bilateral” y que era “probable Covid-19”. La paciente falleció tres días después en su residencia.

El documento con el juicio clínico data del 25 de marzo, en pleno pico de la pandemia y subiendo. La capacidad de los hospitales estaba al límite e Ifema ya funcionaba a pleno rendimiento, pero el sistema sanitario estaba en jaque, por lo que se tomaba la decisión de no ingresar a paciente que tuvieran mayor probabilidad de fallecer.

d.- BBC News Hugo Bachega BBC News 2 mayo 2020

Coronavirus en España | «Murieron en silencio y solos”: la indignación de los familiares de los fallecidos en residencias para ancianos. Monte Hermoso fue una de las residencias con más muertes por covid-19 en España.

e.- elindependiente.com Publicado el 25 de marzo de 2020 – 00: 16

RAFAEL ORDÓÑEZ rafael.ordonez@elindependiente.com @2itrordonez

SIN PALIATIVOS. Es la 1:30 de la madrugada del lunes y suena el teléfono en casa de Tomás Bernardo. Llaman desde la Residencia Monte Hermoso: «¿Es usted el hijo de Casimiro Bernardo? Su padre ha fallecido, pasen a recogerlo». Familiares de la Residencia Monte Hermoso y Centro de Día (Cercedilla, Madrid): «No sabemos cuántos han muerto… según nuestras estimaciones podrían ser entre unos 25 y 30 muertos…» La residencia fue una de las primeras a las que la UME intervino para desinfectar. Desde ese momento se han producido hospitalizaciones de residentes y han sido notificados más fallecimientos, pero nadie sabe cuántos hay en total.  La Fiscalía Provincial de Madrid ha abierto una investigación a raíz de la denuncia realizada por el Defensor del Paciente.

Mapa de la solidaridad en el barrio: comercios que donan a la Despensa Solidaria

La Despensa Solidaria de Alimentos es un proyecto que nació dentro de la desaparecida Red de Derechos Sociales (RDS) de la Asamblea Popular de Carabanchel (APC) y que funciona dentro del espacio social, liberado y autogestionado EKO. Su intención es crear redes de apoyo mutuo en el barrio entre las personas que necesitan alimentos y los comercios y colectivos sociales que los pueden aportar.

Desde que comenzó el estado de alarma y el confinamiento para frenar la epidemia de COVID-19 la Despensa Solidaria de Carabanchel ha pasado de atender a siete familias a más de 160, y subiendo. Y de repartir un día a la semana a hacerlo dos. Ocurre lo mismo en otras iniciativas de este tipo que se han abierto desde el apoyo mutuo y la autogestión en muchos barrios de Madrid. Gracias a la aportación de familias, comercios de barrio, bares y restaurantes ahora cerrados, colectivos de trabajadorxs, grupos de consumo y asociaciones vecinales componen dos cestas semanales con alimentos y otras necesidades básicas asociadas a la limpieza personal y del hogar.

Fruto del intenso trabajo de recogida de productos y de contactos con diferentes comercios e iniciativas del barrio, La Despensa ha tejido una red de puntos de recogida y de solidaridad, En este mapa podrás encontrar fácilmente los comercios que donan, recogen alimentos o tienen bonos solidarios de la Despensa.

Para contactar con la Despensa Solidaria de Carabanchel DespensaSolidariaCarabanchel@gmail.com

Sanidad pública: llamamiento a sumarse a las concentraciones del 15 de junio

Hemos vivido momentos muy duros. Nuestra sociedad ha sufrido y sufre aún una pandemia terrible que ha acabado con la vida de miles de personas. Los servicios sanitarios han vuelto a demostrar que son esenciales. Únicamente su capacidad y su volumen ha sido clave para que muchas personas pudieran salvarse. Pero es la sanidad pública la que ha llevando el peso de los cuidados de miles de personas. Desde que se declaró el estado de alarma todo el sistema sanitario se ha volcado y se ha orientado conscientemente a afrontar la crisis de la Covid-19. Es cierto que fruto del miedo y del desborde, en un contexto donde toda la sociedad miraba la evolución del ámbito de la sanidad, donde los políticos sabían que no podían permitirse ser cuestionados por la gestión de la pandemia, sí se contrataron profesionales. Ahora que todavía no ha pasado la crisis sanitaria, que aún no podemos hacer vida “normal” ya están despidiendo a esos profesionales contratados de refuerzo.
Ya antes de la crisis las listas de espera eran record y suponían una amenaza enorme para la salud de las personas, para su bienestar físico y sus derechos. Con ya 3 meses del sistema sanitario paralizado en su funcionamiento normal estas listas de espera se han desbordado, multiplicándose problemas y patologías. Oftalmología, ginecología, reumatología, cardiología, digestivo, rehabilitación, traumatología y un larguísimo etcétera en el que no podemos olvidar la salud mental. En ese contexto nos vamos a encontrar una situación de emergencia sanitaria que va a ser necesario afrontar. Por eso es demencial despedir a los profesionales. Lo cierto es que hacen muchísima falta. Se les alaba y aplaude, se les concede premios, 27 profesionales de la sanidad han perdido la vida por cumplir con sus obligaciones, pero la Comunidad de Madrid los despide y los manda al paro. Todo eso mientras Díaz Ayuso sigue tratando de privatizar cuanto puede como en el Hospital Niño Jesús o con el servicio de limpieza del Hospital Gregorio Marañón. También decenas de centros de Atención Primaria siguen cerrados y las demoras en la Atención Primaria son inadmisibles y demuestran que este servicio fundamental se ha llevado a un límite inaceptable.
La respuesta de la población aplaudiendo su labor durante meses se ha visto continuada y desarrollada por las concentraciones que se vienen dando los lunes en la entrada de los centros de salud y hospitales. Están demostrando que la sociedad valora sobremanera la labor de las y los profesionales de la sanidad pública y la necesidad de defender un sistema sanitario de calidad, universal, gratuito en el momento de uso y público. Por eso el lunes 15 de junio a las 20:30 horas volveremos a las puertas de hospitales y centros de salud.


Siempre hemos valorado el conjunto de los servicios públicos. Hemos valorado siempre que son claves para afrontar las necesidades de las personas. Por eso luchamos por la sanidad pública, porque pensamos que es importante. Es importante porque afecta a nuestra salud y nuestras vidas. Hay vidas en juego. Muchas vidas. Necesitamos que todos esos recursos pasen de forma inmediata a satisfacer las necesidades sociales, a luchar contra la pandemia y a afrontar las necesidades de salud. Las vidas de las personas, de nuestros familiares y seres queridos son más importantes que los beneficios de los fondos buitre de las privadas. La sanidad es un derecho no un negocio con el que lucrarse y especular. Es nuestro. Es de todos y todas y lucharemos por ello.

Recopilación de los relatos de la muestra ‘Desconfinando la lucha’

Con la muestra de relatos ‘Desconfinando la lucha’, organizada por el grupo de AutoDEfensa LAboral (ADELA) de la Asamblea Popular de Carabanchel del 15M, hemos querido llenar estos días de confinamiento de esperanza, fuerza, rebeldía y fomentar los valores del apoyo mutuo y la solidaridad de clase. Muchas gracias a quienes nos habéis enviado vuestros hermosos relatos. Además de publicar todos los textos a medida que nos iban llegando, en esta entrada los hemos recopilado.

No quiero que te exploten’. Relato de Sonia (@NoniR)

¡¡Empieza el baile!!. Relato de Turko

Las manos de Antonia. Relato de Ana Vázquez (migasenlamesa.com)

Magic Moments. Relato de V.Q.

‘Ana Isabel’ y ‘Alberto’. Dos relatos de Jorge Aranda @JArandaSanidad

[Quien salva una vida, salva al mundo entero]. Relato de Ángela Martín Pérez

‘No quiero que te exploten’

Por Sonia (@NoniR)

Ni a ti, ni a nadie. Pero a ti menos que a nadie. Y es que no me había dado cuenta de que ya te has hecho adulto y comienzas a dar los mismos pasos que el resto de la humanidad. Estudias sin saber si realmente te gusta, si has elegido bien, si te motiva, si te entretiene, si te hace crecer, si va a servir para algo… Te enfrentas al reto de desenmarañar las incoherencias del sistema educativo y las tuyas propias. Quién sabe cuál de las dos son más complicadas.

Mientras tanto, se te ocurre que no estaría de más lanzarte al abismo de la búsqueda de empleo. Esclavitud a cambio de una nómina. Y comienzas a currar de media jornada, a veces sin contrato, otras con contrato pero sin tener muy claras tus condiciones, sin saber cuánto vas a cobrar. Otras veces en prácticas, que ahora trabajar gratis se lleva mucho… Pero todo esto es porque estás estudiando, todo esto es temporal y tú aspiras a mucho más. Todo esto es porque eres joven y tu fuerza de trabajo no vale a penas nada. Cuando obtengas tu título conseguirás un empleo “serio y digno”, pero ahora lo que toca es comer mierda.

No quiero que te exploten, hermano. Ni a ti ni a nadie. Pero a ti menos que a nadie. Y es que no me había dado cuenta de que, mientras estoy embutida en la lucha, en mi propio empleo, en mis asambleas, en mi sindicato, en mi búsqueda de la felicidad tratando de cambiar las cosas, no consigo hacer que tú te libres de esto. Y de repente te he visto inmerso en el mismo camino que el resto de los mortales. Y ahí, llamadme melodramática, pero ahí, algo se me ha roto. Te observo en escena, sin poder interactuar contigo, te veo a lo lejos y de cerca y no puedo impedir casi nada de lo que va a sucederte.

Dibujo de Lumpen

Te veo y me veo, nos veo a los dos. Y me recuerdo en mi primer trabajo de ETT donde no me dieron de alta en la Seguridad Social, en mi segundo trabajo donde me dieron una falda prieta y agujereada para atraer a la clientela (en unos cines, no penséis mal), en mi tercer trabajo donde se me negaba cualquier ascenso a pesar de cumplir con mis objetivos porque mi pareja era sindicalista, en mi cuarto trabajo donde tenía que vestir elegante pero cobraba 400 euros al mes, en el quinto donde no supe reconocer el abuso de una extensa jornada laboral porque tenía ilusión, porque había conseguido un trabajo de lo mío. Y así no sé si quiero verte a ti.

No quiero que te exploten. Quiero verte peleando, quiero verte rodeado de gente que lucha, de apoyo y compañerismo. Quiero verte con interés por conocer tus derechos, quiero verte conquistándolos, reclamándolos, propagándolos… Quiero verte con esperanza, con fuerza e ilusión, con respeto a los sufrimientos ajenos, con voluntad de crear unión. Quiero verte feliz o intentándolo todo el tiempo. No quiero que te exploten.

¡¡Empieza el baile!!

Por Turko

Quedan 5 minutos para las 00:00. Va empezar la huelga… Después de muchos abusos patronales, por fin las compañeras dijimos basta. Años y años de horas extras impagadas, coacciones, malos gestos, prepotencia…. Pero eso se acabó. Tras múltiples y largas asambleas estamos más empoderadas que nunca. Las compas toman conciencia. El trabajo de base de la sección sindical da sus frutos y eso hace sentir una especie de orgullo. La patronal, por su parte, ha llamado a sus perros. Maderos con un aire arrogante que te hace vomitar del asco. Quieren proteger a los esquiroles. Vienen bien pertrechados, como siempre. Me viene la imagen de esa película de finales de los 80. ¿Robocop se llamaba? Un sudor frio recorre mi cuerpo, se me seca la boca y me entra el miedo. Miro a mi derecha y veo a mi compa Fer alias “Tocho”. El apodo está muy bien traído. Hombre atlético con unas espaldas que se podría jugar al frontón. En un flashback, recuerdo como en la manifestación de la huelga general de marzo del 2012, ya en los disturbios, me saca en volandas después de recibir un porrazo en toda la cabeza de aquel madero. Entre la sangre cayendo por mi cara, veo al Tocho pegando una patada al antidisturbios en el costado, desplazándolo 2 metros y derribándolo. Me coge con un brazo al hombro y me saca de allí. Estar a su lado me da tranquilidad. Enseguida recobro la confianza. En la línea de enfrente se oyen voces, nos adelantamos a ver qué pasa. Ya está la Noe dando caña. A pesar de no trabajar en esta empresa, el concepto de solidaridad entre la clase obrera lo tiene más que claro. Cuantos kilómetros recorridos con ella para apoyar a compañeras de otras latitudes. Su energía es solo comparable a su bondad. Junto a ellas, la Noe y el Tocho, me afianzo en mis convicciones. Si, definitivamente este es el lugar donde quiero estar. Si, junto a mis compañeras. Si, luchando por la dignidad de nuestra clase. La algarada va en aumento. Empiezan a llegar los primeros esquiroles, contratados ad hoc para reventar la huelga. Empujones, forcejeos. El antidisturbio en su afán por proteger a esa escoria esquirol, se extralimita y le da un bofetón a la compa que sujeta la pancarta. Hasta aquí hemos llegado. Los maderos se preparan para cargar. Lanzan un bote de humo… ¡¡¡Empieza el baile!!!

Las manos de Antonia

Por Ana Vázquez (migasenlamesa.com)

Las manos de Antonia tienen los dedos largos y huesudos, y la piel forma pequeñas arrugas allí donde comienzan las articulaciones y el dolor. Tienen las uñas muy cortitas y un poco mordidas. Sus manos menudas, con callos bajo las palmas y las muñecas ligeramente torcidas allí donde duelen, aplauden todas las tardes a las ocho en punto.

Cuando Antonia era pequeña, la maestra pensaba que tenía dedos de pianista. Su padre le decía que tenía manos de algodón, y ella se reía porque el algodón que recogía su abuelo para los patrones no tenía manos, ni dedos, ni tampoco tenía pies.

Tras los aplausos, Antonia se sienta un rato. Hay varias cartas sobre la mesita, y un papelito con un mapa. Abrir cartas le cuesta y a veces las deja apilarse fingiendo que no las ve, hasta que un día las cartas le miran tan fuerte que no puede ignorarlas. Abre el primer sobre. Sus dedos sujetan un papel lleno de palabras. Dicen que debe dos meses de alquiler. La siguiente es una factura de la luz. Antonia no entiende las facturas, qué son término de potencia y consumo, donde pone eso en su contador para que ella sepa cuánto puede gastar. Sigue abriendo cartas hasta que se acaban, y llora.

Antonia nunca fue pianista. Cuando salió del colegio se hizo lavandera. De rodillas en la fuente, estrujaba la ropa de otros entre sus dedos, la frotaba con jabón de castilla y aclaraba camisas, calzones y enaguas que a diferencia de sus manos, sí eran de algodón.

La tele dice que van a dar ayudas a la gente. Dicen cosas como virus, ERTE, cuotas de autónomo. De lo que entiende, solo sabe que se ha quedado al margen. Sin contrato, sin poder pagar autónomos, sin derechos. Una vez más, siente que flota en la última capa de la vida, esa donde nada llega porque todo se acaba mucho antes.

Apaga la televisión, cena dos galletas y se acuesta.

Fue con diecisiete años cuando en un camino a oscuras, su mano rozó otra mano, en un descuido fingido, que erizó su pelo bajo la nuca. Se puso roja y salió corriendo. Se casó con Agustín dos años después. Cuando migraron a la ciudad, Antonia siguió lavando ropa en las casas de los barrios bien. Aprendió a cocinar, planchar blusas de seda, sacar brillo al mármol y poner biberones de leche de fórmula.

Cuando se despierta, abre las persianas y la nevera. Encuentra luz y poco más. Hace café, y come una naranja; no queda mucha comida. Piensa qué diría Agustín si estuviera con ella. No pasa un sólo día que no piense en el accidente en la obra, la corona de flores tan bonita que le mandaron, los papeles que por error no estaban presentados, el arnés que nunca apareció y ningún seguro se hace cargo de nada. En su mísera pensión de viudedad.

Las manos de Antonia, esas manos que aplauden cada día, hace dos meses que no trabajan para otros.

Tampoco llevan a casa el sustento para la vida. Antonia no sabe qué es el virus ese del que habla la tele, pero desde que llegó, se ha empezado a llevar su vida. Sus jefes le pidieron que no volviera durante un tiempo. Con su pensión llena a medias la nevera y compra los medicamentos más importantes, no todos. Tampoco sabe cuánto va a durar, qué siente uno cuando se contagia y si contagiarse puede ser peor que esto.

Antonia nunca ha pensado en ellas, pero sus manos huesudas y pequeñas con dedos de pianista, han trabajado toda la vida para los demás. No han firmado ningún contrato, ni llegado más allá de cocinas y baños ajenos.

Han cuidado de quienes ahora la desechan como un servicio prescindible, y olvidan esas manos que les sostuvieron.

Las manos de Antonia encontraron hace días entre sus cosas un papelito que le hizo pensar. Dice “Vecinos en lucha”. Ella no entiende muy bien qué significa, pero habla de despensa solidaria, de inquilinos precarios, de derechos. Hay un pequeño mapa dibujado y una cita.

No sabe que va a encontrarse, pero Antonia cree que nunca es tarde para obtener una respuesta.

Magic Moments

Por V.Q.

Mañana de lunes y regusto a café. Preparada para irse, besa en la frente a su madre tendida en la cama.

Las oficinas donde trabaja distan a diez minutos o “tres canciones”. Le gusta medir el paso del tiempo en canciones.
El día era soleadamente frío. Delicioso para caminar. Antes de entrar en el edificio, inspira hondo y piensa “¡Al tajo!”.

Esperando al ascensor, intenta recordar qué soñó anoche. Mientras es elevada a la planta decimoquinta, suena esa canción. Siempre coincide con su hora de llegada. ¿De quién será? Un silbido al inicio, un tono alegre y cadencioso. Le transmite un sentimiento positivo. Música de ascensor. Sin más.
Al ser en inglés solo sabe cantar “Maaagic moooments…”. Silba o tararea el resto. Cuando llega a su planta, saliendo del ascensor, se encuentra de bruces con el encargado.

-¡Kina!, buenos días. ¿Cómo te encuentras hoy? Te noto contenta.- Pregunta afablemente.

– Buenos días Sancho. Sí, me encuentro bien. Hace un bonito día.

– Oye, ¿Cómo vas del esguince? Aunque estés de alta, ya sabes que si notas molestias o lo que sea, puedes parar e ir a la sala de descanso o a que te revise el médico. Por cierto, ¿Cómo va tu madre?

– La muñeca está bien, queda alguna molestia residual pero nada que me impida trabajar. Agradezco tu atención. Mi madre, va mejor… Acompañarla por las tardes mientras mi hermana va a estudiar, es un desahogo.

– Me alegro Kina. Ese es uno de los beneficios de la reducción de jornada. Bueno, no te entretengo más. ¡Ah! Te veo luego a las doce. Tenemos la reunión de planificación del próximo mes y hablar sobre qué situación estáis atravesando cada una.

– De acuerdo. Hasta luego Sancho.

Kina se marchó a…

-¡Alto! Para de escribir.

– ¡¿Hola?! ¿Quién eres?

-¡Quien coño va a ser! Kina, tu protagonista. Menudo merengue laboral ¡Vaya tela! No tienes ni idea…

– Perdona, no te entiendo. ¿Qué es lo que pasa?

– Siento comunicarte que no estás dando ni una. Para empezar ¿Quién se puede alegrar de que sea lunes y salir a la calle para ir a currar con un frío del carajo? Y luego eso de que el trabajo me queda a “tres canciones”. Vomito.
Bueno, pero el colmo, lo que no tiene credibilidad alguna, es que el imbécil ese de Sancho me diga buenos días y me hable con respeto y sin mirarme las tetas. Ese diálogo más bien sería…

– Kina, ¿Todavía sin el uniforme? Joder, ponte a trabajar de una puñetera vez.

– ¡Oye que estoy en hora! Buenos días para ti también, capullo.

– ¿Qué dices? Por lista, vas a limpiar los ventanales. Y no me vengas con que te molesta la muñeca. Si estás de alta, a currar. ¡Ah! hoy te quedas hasta las siete.

– Sancho, hoy no puedo. Mi hermana tiene clase y tengo que cuidar de mi madre. Te lo dije ayer.

– Mira bonita, me da igual. Si te vas antes de esa hora, no vuelvas mañana.

Y con la rabia enganchada a las tripas, me iría a poner el uniforme y no iría silbando ni tarareando “Magic moments”, sino maldiciendo a ese energúmeno. Se cree que va a heredar la empresa tratándonos así… Capullo…

– Entiendo Kina ¿Qué quieres hacer?

– ¿Puedo hacer lo que quiera?

– Sí. Tienes ciento y pico palabras.

– Suficientes…

Era lunes. Hacía un frío del carajo. Besé a mi madre y me fui. Trabajo en la otra punta de la ciudad en un complejo de oficinas. Soy limpiadora. Después de un trayecto de casi una hora en bus y metro, llegué a tiempo.
Como no… Ahí estaba Sancho el encargado, controlando mi hora de entrada.

Tras una desagradable conversación me dijo “Sales a las siete”. Hoy no podía. Él lo sabía de sobra. Luego entró en el baño a echar más mierda.

No dudé. Atranqué la puerta del baño. Encendí una cerilla y la arrojé sutilmente a la papelera más cercana.
Fuego en la oficina. Bajando las escaleras alguien preguntó “¿Y Sancho?”. Silencio.

En el recuento estábamos todas, incluido Sancho, mareado y con los pantalones caídos… Su cara lo mejor. Y silbo.

Ana Isabel

Por Jorge Aranda @JArandaSanidad

Qué divertida es “la Leandra”. Con lo chiquitita y lo poca cosa que es pero es que no para. Yo no sé de dónde saca tanta energía. Y mira que es mayor que ya le queda nada para jubilarse. Todo el viaje en tren se lo pasa contándome cosas y me hace mucho de reir. Estoy deseando que lleguemos a Getafe para que se suba ella y se siente conmigo, que la parte del tren que hago desde Pinto yo sola me aburro y se me hace más pesada. Es que, en cuanto se sube ella, todo el viaje hasta el Ramón y Cajal se me pasa muy rápido con lo simpática que es. No como las chicas jóvenes que se ponen con los auriculares y el móvil y se pasan calladas todo el viaje. Menudas secas. Me gusta más ese trozo del viaje que pasamos juntas que cuando llegamos ya al hospital. Ahí ya se acaba el rato agradable. En el vestuario nos cambiamos y luego cogemos los carros y ya me quedo sin las amigas. Lo largas que se me hacen las tardes, yo sola, “bailando“ con la mopa. En eso he tenido muy mala suerte. Otras que son más jóvenes tienen sitios que no son tan fatigosos. Pero a mí, traumatología. Jobar. Con lo grande que es lo tengo que limpiar yo sola. Y la gente pasando, así cunde mucho menos. Y las veces que ya a última hora que ya lo tengo casi todo hecho y tienen que quitar otra escayola y se queda todo lleno de ese polvillo blanco tan difícil de limpiar. Ese polvillo que deja la escayola que no sale le des con lo que le des. Yo hay veces que ya no puedo más. Para limpiar los pies de los bancos me tengo que poner de rodillas y tengo mucha artrosis y me duele muchísimo. Mira que las rodillas mucho pero cada vez más también me duelen las manos. Yo no  sé. Así no puedo seguir. Todo ‘trauma’ yo sola es mucho. Es verdad que Luisa se hace ella sola los tres gimnasios de rehabilitación, que eso sí que es mucho. Pero ella es más joven y tiene una fuerza como un hombre.

Yo me acuerdo que cuando me tocaba limpiar lo de las anoréxicas no era tanto trabajo, pero me dolía por ver así a las chicas (porque eran todas chicas, ningún chico). No están flacas como una chica flaca, es que están demarcadas. Parecen fantasmas. Y yo que las veía tan delgadinas y pensaba “jobar, y toda esa fuerza de voluntad que tienen, por qué la usan para hacerse daño a ellas mismas”. Y eran chicas listas, que no eran bobas. Alguna con carrera y todo… 

 A ver si me jubilo ya. Es mucho trabajo por las mañanas llevar al nieto al cole, la compra, hacer mi casa, la comida y la cena y luego venirme hasta el hospital. Llego a casa de vuelta muy tarde y cuando llego otro montón de trabajo en casa. “¿qué pasa?” Me dice mi Manolín cuando me ve acabar de fregar el suelo de la cocina “¿Que empieza el turno de noche?” Con lo guapo que es el condenado se lo consiento todo. Ya lo podía hacer él en vez de reírse de mí que yo vengo de trabajar. Y para estar a las 14:30 cambiada y limpiando en el Hospital Ramón y Cajal mira a qué hora tengo que salir de Pinto. En la otra punta de Madrid. Y cuando llego de vuelta ya son las tantas y llego cansada.

Es verdad que el hospital me pilla lejos. Pero estoy mucho mejor aquí que cuando hacía portales. Aquí no hace frio ni tengo que ir de uno a otro y pasarme todo el día en el autobús. Y pagan mucho mejor. Aquello no era vida. Te pasabas todo el día en el autobús de un sitio a otro para hacerte cuatro portales y sacarte una miseria. Lo que pasa es que ya no soy joven y me duelen los huesos. 

Las que hay en el sindicato ahora son majas. Me fio de ellas. Pero no son como las que estaban antes. “Tori” ya se jubiló. Esa sí que era valiente y nos defendía. Cuando los despidos fue de las que se encerró en el hospital. No sé cuántos días estuvo en huelga de hambre, sin comer nada, para que las readmitieran. Que al final lo consiguieron y no las echaron a ninguna, perro muchas de las de la huelga de hambre les afectó a la salud y a Tori le quedaron ya problemas de riñones para siempre.

Vaya miedo que hay ahora con lo del Coronavirus. Dicen ayer las de urgencias, sobre todo amarillos, una locura. Que venga a entrar gente tosiendo y roja de que les cuesta respirar. Huy. A mí me da miedo. Dicen que a quien es viejo, que a los jóvenes no les pasa nada. Dicen que tengamos cuidado de no contagiarnos y que esto va a ser muy serio y que nos traerán mascarillas. Pero no podemos faltar. Qué sería del hospital sin nosotras.

Alberto

Por Jorge Aranda @JArandaSanidad

Menos mal que me he bajado con el coche y no con la moto. Acabo mi turno de 24 horas seguidas de trabajo y estoy reventado. Pero reventado. Cuando era un chaval me pasaba toda la noche de fiestón y luego me iba de empalmada a escalar y aguantaba muy bien. Pero debe de ser que se notan ya los 40 años. Hoy estoy hecho polvo. Menudo turno duro. Anda que no hemos salido veces. Me siento ahora después de mucho tiempo. Aunque sea en el asiento del coche. Y la espalda la tengo destrozada. A ver si voy al fisio o lo que sea. Pero qué me va a decir. Me machaqué otra vez el disco de las lumbares en aquel incendio. Que tengamos cuidado y no hagamos movimientos ni esfuerzos bruscos. ¿Y qué hago? ¿No me tiro a sacarlo como sea? Un segundo más y ese señor se quema ahí vivo. Qué sí. Que este trabajo es muy bonito y mola y estás trabajando y el ambiente es genial. Pero hasta los más jóvenes. Aquí estamos todos cascados. Los codos, las rodillas, la espalda… El que no es una cosa es otra. Es que aquí con las oposiciones que hay ya entras muy tocado de algo. Las pruebas físicas que nos toca pasar destrozan a cualquiera.

Me acuerdo la primera vez que abrí una casa para levantar un cadáver. Estaba todavía de prácticas después de la academia. Llamaron los vecinos que ese abuelete hacía mucho que no le veían. Joder si huele fatal toda la comunidad desde el portal. Ahí tiene que pasar algo. Me preguntó el sargento si me daba aprehensión. “No”. “¿Por qué?” le respondí sin pensarlo mucho. Cuando cede la ventana entramos. La casa está bien, a oscuras pero en seguida lo encontramos. Un cadáver en descomposición en mitad del suelo. Joder. No sé cuanto puto tiempo lleva ahí ese hombre. No quiero ni pensarlo, pero no tiene vientre, solo la columna vertebral con trozos de carne verdosa  y hay un charco de líquido debajo. Y qué olor más insoportable. Me acuerdo que yo había cenado merluza con guisantes. Nunca he sido de estómago delicado pero ese día lo eché todo. La merluza y los guisantes. 

Es verdad que el primer cadáver en descomposición que ves no se te olvida nunca. Pero lo que hemos hecho hoy de la residencia de ancianos es una locura. ¿Cuantos cadáveres hemos sacado?¿Cómo pude ser? ¿cómo pueden tener a los abueletes así? Yo entiendo que las que trabajan aquí no son las responsables. ¿Pero entonces quién? No lo sé pero lo que ha pasado no es normal. No es normal que nos llamen y estemos horas sacando cadáveres y más cadáveres de una residencia. ¿Es que nadie supervisa eso? ¿Es que nadie ha hecho nada? Joder ¿no saben llamar a una ambulancia y que les lleven al hospital? Les da igual lo que les pase a la gente. Que sí. Que hay un virus muy contagioso y que hay que tener cuidado. Pero esto no es normal. Pensar que un día mis padres puedan estar así me enerva. Se me llena la mente de blasfemias horribles y se me acaban las palabras. Y tengo muy claro que pase lo que pase yo nunca acabaré en un sitio así. 

No veo la hora de llegar a casa y acostarme. Me duele todo el cuerpo pero me duelen sobre todo los ojos y la cabeza. Me duelen muchísimo . Como si me fueran a estallar.  Necesito cerrarlos durante horas. Desconectar. Desaparecer. A veces pienso que no me tenía que haber apuntado a lo de la ONG esa que estoy que voy de voluntario a desinfectar. No me importa hacerlo pero es tiempo que me quito de descanso. Igual me he pasado de cosas y tengo que aprender a decir no. Pero es verdad que son tiempos difíciles y toca arrimar el hombro. Ya descansaré un poco más cuando esto pase. Pero es verdad que acumulo mucho cansancio y conducir o las actividades peligrosas del curro así de fatigado y sin dormir multiplican los riesgos.

 Pero salgo del coche y ya están esperándome en la puerta. Llegar a casa es otro mundo. Me espera mi familia, mi hijo, mi hija y mi compañera “Alber te tienes que quedar tú con los niños”. “Me han llamado del ambulatorio que vuelvo a tener turno”” Que están desbordados y hay compañeras de baja. Estoy cansadísima pero tengo que irme”. “A la niña la acabo de dar el pecho así que aguantará unas horas sin pedirte”. Es verdad. mi compañera trabajó de psicóloga en un centro de mujeres víctimas de violencia machista pero también es enfermera y ahora trabaja de eso. Si se tiene que ir se tiene que ir. Vaya. Otro día más que no duermo.

[Quien salva una vida, salva al mundo entero]

Por Ángela Martín Pérez (http://facebook.com/angela.martinperez.3)

Insistió en quedar a la salida del Cercanías de Nuevos Ministerios. Nos saludamos con el codo y comenzamos a caminar.

-¿Te hice esperar?

-Para nada. Aproveché para salir antes a caminar. Cuéntame, ¿cómo va todo?

-Bien todo. ¿Cómo está tu familia?

-Todos bien, ya sabes, cada uno con sus achaques y rebeldías.

-Estarán muy felices de tenerte aquí.

-Y yo de estar. Y de quedarme.

¿Fue realmente así? ¿Por qué recordamos algunos hechos minuciosamente y otros pasan por nuestra mente cubriendo de dudas nuestros recuerdos?

5,4,3,2,1… Respira profundamente y vuelve a empezar. Fíjate en los detalles.

¿Los detalles? ¿Sentimientos incluidos? Desconfiamos de nuestros instintos porque nos han enseñado a validar solo los hechos y no las emociones. Recuerdo que esa mañana una paloma estuvo a punto de invadir el salón. Un movimiento rápido de cortina acompañado de un alarido que podría espantar a una manada hizo que mi enemiga huyera despavorida. De repente, me invadió una profunda congoja.

Y decidí salir antes a tu encuentro.

Madrid era una ciudad de almas enmascaradas. Del Land free. Give me liberty of give me death al mundo de las distancias mínimas, las fases de desescalada y, ¿por qué no?, las colas del hambre. Durante años, a la pobreza se le ha puesto un filtro y ha quedado invisibilizada en la otredad y en la periferia, pero ahora los sujetos que piden comida llevan las mismas ropas y viven en el mismo barrio que muchos de nosotros. Madrid, por entonces, era también una ciudad de más de 27.000 cadáveres. Por ello, a pesar del terraceo y las cacerolas, esa mañana solo se escuchaba silencio entre tantos ojos. Madrid había dejado de ser una canción de Sabina.

Lo siguiente que recuerdo es el choque de codos, el comienzo de nuestro paseo y esas líneas iniciales. Al pasar por La Arquería, hice un breve comentario sobre la exposición a la que asistimos. De sopetón, paraste el silencio: “Tengo que pedirte un favor. Si me pasa algo, ¿le contarás mi historia?”

Ever listened to K-Billy’s ‘super sounds of the seventies’? Bailar mientras se tortura. Eso es poesía. No sé escribir historias de amor. Las mías son siempre un fracaso.

-Para que triunfe el mal, solo es necesario que los buenos no hagan nada.

-Ningún hombre puede llevar sobre sus hombros el peso de toda la humanidad. Aprende a disfrutar. Somos demasiado afortunados para desaprovechar eso.

-Explícaselo a quienes no saben si mañana van a tener un techo. Creo que tenemos que ir a una visión de la felicidad que supere la perspectiva individual y tenga en cuenta una visión más de conjunto.

-Lo que tú digas.

Listen kid, I’m not gonna bullshit you, all right? I don’t give a good fuck what you know, or don’t know, but I’m gonna torture you anyway, regardless. Not to get information.

Claro que lo sabías. No eran solo los desahucios, la marea blanca o el recorte de derechos. Se estaba gestando una guerra y ya tenías una fecha.

«Like a Virgin» is not about this sensitive girl who meets a nice fella. That’s what «True Blue» is about, now, granted, no argument about that. ¿Cómo se puede intercalar a Zorrilla con Piketty, a Lope con Klein?

Cyrano.

-Me desconciertan las narices grandes.

-Amon Göth.

-Sociópata.

-Te quedas en lo circunstancial.

Céntrate, vuelve a Madrid. 2 de mayo.

Recuerdo leer la primera plana de los periódicos: “Caída del gigante Blackstone”. Se añade en letra pequeña: “Un incendio provocado saca a la luz negociaciones con varios líderes de distintos partidos políticos. Cuatro sujetos han resultado gravemente heridos y dos han fallecido”. Y entonces lo supe.

מי שמציל חיים

מציל את כל העולם

[Quien salva una vida, salva al mundo entero]

Yo no sé escribir cartas de amor. Pero aquí empieza tu historia.

Toda carta de amor es un fracaso…

מי שמציל חיים מציל את כל העולם [Quien salva una vida, salva al mundo entero]

Por Ángela Martín Pérez (http://facebook.com/angela.martinperez.3)

Publicamos el SEPTIMO texto que hemos recibido en la muestra de relatos cortos ‘Desconfinando la lucha’,

Insistió en quedar a la salida del Cercanías de Nuevos Ministerios. Nos saludamos con el codo y comenzamos a caminar.

-¿Te hice esperar?

-Para nada. Aproveché para salir antes a caminar. Cuéntame, ¿cómo va todo?

-Bien todo. ¿Cómo está tu familia?

-Todos bien, ya sabes, cada uno con sus achaques y rebeldías.

-Estarán muy felices de tenerte aquí.

-Y yo de estar. Y de quedarme.

¿Fue realmente así? ¿Por qué recordamos algunos hechos minuciosamente y otros pasan por nuestra mente cubriendo de dudas nuestros recuerdos?

5,4,3,2,1… Respira profundamente y vuelve a empezar. Fíjate en los detalles.

¿Los detalles? ¿Sentimientos incluidos? Desconfiamos de nuestros instintos porque nos han enseñado a validar solo los hechos y no las emociones. Recuerdo que esa mañana una paloma estuvo a punto de invadir el salón. Un movimiento rápido de cortina acompañado de un alarido que podría espantar a una manada hizo que mi enemiga huyera despavorida. De repente, me invadió una profunda congoja.

Y decidí salir antes a tu encuentro.

Madrid era una ciudad de almas enmascaradas. Del Land free. Give me liberty of give me death al mundo de las distancias mínimas, las fases de desescalada y, ¿por qué no?, las colas del hambre. Durante años, a la pobreza se le ha puesto un filtro y ha quedado invisibilizada en la otredad y en la periferia, pero ahora los sujetos que piden comida llevan las mismas ropas y viven en el mismo barrio que muchos de nosotros. Madrid, por entonces, era también una ciudad de más de 27.000 cadáveres. Por ello, a pesar del terraceo y las cacerolas, esa mañana solo se escuchaba silencio entre tantos ojos. Madrid había dejado de ser una canción de Sabina.

Lo siguiente que recuerdo es el choque de codos, el comienzo de nuestro paseo y esas líneas iniciales. Al pasar por La Arquería, hice un breve comentario sobre la exposición a la que asistimos. De sopetón, paraste el silencio: “Tengo que pedirte un favor. Si me pasa algo, ¿le contarás mi historia?”

Ever listened to K-Billy’s ‘super sounds of the seventies’? Bailar mientras se tortura. Eso es poesía. No sé escribir historias de amor. Las mías son siempre un fracaso.

-Para que triunfe el mal, solo es necesario que los buenos no hagan nada.

-Ningún hombre puede llevar sobre sus hombros el peso de toda la humanidad. Aprende a disfrutar. Somos demasiado afortunados para desaprovechar eso.

-Explícaselo a quienes no saben si mañana van a tener un techo. Creo que tenemos que ir a una visión de la felicidad que supere la perspectiva individual y tenga en cuenta una visión más de conjunto.

-Lo que tú digas.

Listen kid, I’m not gonna bullshit you, all right? I don’t give a good fuck what you know, or don’t know, but I’m gonna torture you anyway, regardless. Not to get information.

Claro que lo sabías. No eran solo los desahucios, la marea blanca o el recorte de derechos. Se estaba gestando una guerra y ya tenías una fecha.

Foto de Edu León (https://www.elsaltodiario.com/coronavirus/fotogaleria-edu-leon-fantasmas-memoria-confinamiento-cuando-camara-enfoca-hacia-dentro)

«Like a Virgin» is not about this sensitive girl who meets a nice fella. That’s what «True Blue» is about, now, granted, no argument about that. ¿Cómo se puede intercalar a Zorrilla con Piketty, a Lope con Klein?

Cyrano.

-Me desconciertan las narices grandes.

-Amon Göth.

-Sociópata.

-Te quedas en lo circunstancial.

Céntrate, vuelve a Madrid. 2 de mayo.

Recuerdo leer la primera plana de los periódicos: “Caída del gigante Blackstone”. Se añade en letra pequeña: “Un incendio provocado saca a la luz negociaciones con varios líderes de distintos partidos políticos. Cuatro sujetos han resultado gravemente heridos y dos han fallecido”. Y entonces lo supe.

מי שמציל חיים

מציל את כל העולם

[Quien salva una vida, salva al mundo entero]

Yo no sé escribir cartas de amor. Pero aquí empieza tu historia.

Toda carta de amor es un fracaso…

Evansville, Indiana. Mayo 2020

‘Ana Isabel’ y ‘Alberto’

Dos relatos de Jorge Aranda @JArandaSanidad

Publicamos los QUINTO y SEXTO textos que hemos recibido en la muestra de relatos cortos ‘Desconfinando la lucha’,

Ana Isabel (1)

Qué divertida es “la Leandra”. Con lo chiquitita y lo poca cosa que es pero es que no para. Yo no sé de dónde saca tanta energía. Y mira que es mayor que ya le queda nada para jubilarse. Todo el viaje en tren se lo pasa contándome cosas y me hace mucho de reir. Estoy deseando que lleguemos a Getafe para que se suba ella y se siente conmigo, que la parte del tren que hago desde Pinto yo sola me aburro y se me hace más pesada. Es que, en cuanto se sube ella, todo el viaje hasta el Ramón y Cajal se me pasa muy rápido con lo simpática que es. No como las chicas jóvenes que se ponen con los auriculares y el móvil y se pasan calladas todo el viaje. Menudas secas. Me gusta más ese trozo del viaje que pasamos juntas que cuando llegamos ya al hospital. Ahí ya se acaba el rato agradable. En el vestuario nos cambiamos y luego cogemos los carros y ya me quedo sin las amigas. Lo largas que se me hacen las tardes, yo sola, “bailando“ con la mopa. En eso he tenido muy mala suerte. Otras que son más jóvenes tienen sitios que no son tan fatigosos. Pero a mí, traumatología. Jobar. Con lo grande que es lo tengo que limpiar yo sola. Y la gente pasando, así cunde mucho menos. Y las veces que ya a última hora que ya lo tengo casi todo hecho y tienen que quitar otra escayola y se queda todo lleno de ese polvillo blanco tan difícil de limpiar. Ese polvillo que deja la escayola que no sale le des con lo que le des. Yo hay veces que ya no puedo más. Para limpiar los pies de los bancos me tengo que poner de rodillas y tengo mucha artrosis y me duele muchísimo. Mira que las rodillas mucho pero cada vez más también me duelen las manos. Yo no  sé. Así no puedo seguir. Todo ‘trauma’ yo sola es mucho. Es verdad que Luisa se hace ella sola los tres gimnasios de rehabilitación, que eso sí que es mucho. Pero ella es más joven y tiene una fuerza como un hombre.

Yo me acuerdo que cuando me tocaba limpiar lo de las anoréxicas no era tanto trabajo, pero me dolía por ver así a las chicas (porque eran todas chicas, ningún chico). No están flacas como una chica flaca, es que están demarcadas. Parecen fantasmas. Y yo que las veía tan delgadinas y pensaba “jobar, y toda esa fuerza de voluntad que tienen, por qué la usan para hacerse daño a ellas mismas”. Y eran chicas listas, que no eran bobas. Alguna con carrera y todo… 

 A ver si me jubilo ya. Es mucho trabajo por las mañanas llevar al nieto al cole, la compra, hacer mi casa, la comida y la cena y luego venirme hasta el hospital. Llego a casa de vuelta muy tarde y cuando llego otro montón de trabajo en casa. “¿qué pasa?” Me dice mi Manolín cuando me ve acabar de fregar el suelo de la cocina “¿Que empieza el turno de noche?” Con lo guapo que es el condenado se lo consiento todo. Ya lo podía hacer él en vez de reírse de mí que yo vengo de trabajar. Y para estar a las 14:30 cambiada y limpiando en el Hospital Ramón y Cajal mira a qué hora tengo que salir de Pinto. En la otra punta de Madrid. Y cuando llego de vuelta ya son las tantas y llego cansada.

Es verdad que el hospital me pilla lejos. Pero estoy mucho mejor aquí que cuando hacía portales. Aquí no hace frio ni tengo que ir de uno a otro y pasarme todo el día en el autobús. Y pagan mucho mejor. Aquello no era vida. Te pasabas todo el día en el autobús de un sitio a otro para hacerte cuatro portales y sacarte una miseria. Lo que pasa es que ya no soy joven y me duelen los huesos. 

Las que hay en el sindicato ahora son majas. Me fio de ellas. Pero no son como las que estaban antes. “Tori” ya se jubiló. Esa sí que era valiente y nos defendía. Cuando los despidos fue de las que se encerró en el hospital. No sé cuántos días estuvo en huelga de hambre, sin comer nada, para que las readmitieran. Que al final lo consiguieron y no las echaron a ninguna, perro muchas de las de la huelga de hambre les afectó a la salud y a Tori le quedaron ya problemas de riñones para siempre.

Vaya miedo que hay ahora con lo del Coronavirus. Dicen ayer las de urgencias, sobre todo amarillos, una locura. Que venga a entrar gente tosiendo y roja de que les cuesta respirar. Huy. A mí me da miedo. Dicen que a quien es viejo, que a los jóvenes no les pasa nada. Dicen que tengamos cuidado de no contagiarnos y que esto va a ser muy serio y que nos traerán mascarillas. Pero no podemos faltar. Qué sería del hospital sin nosotras.

Alberto (2)

Por Jorge Aranda @JArandaSanidad

Menos mal que me he bajado con el coche y no con la moto. Acabo mi turno de 24 horas seguidas de trabajo y estoy reventado. Pero reventado. Cuando era un chaval me pasaba toda la noche de fiestón y luego me iba de empalmada a escalar y aguantaba muy bien. Pero debe de ser que se notan ya los 40 años. Hoy estoy hecho polvo. Menudo turno duro. Anda que no hemos salido veces. Me siento ahora después de mucho tiempo. Aunque sea en el asiento del coche. Y la espalda la tengo destrozada. A ver si voy al fisio o lo que sea. Pero qué me va a decir. Me machaqué otra vez el disco de las lumbares en aquel incendio. Que tengamos cuidado y no hagamos movimientos ni esfuerzos bruscos. ¿Y qué hago? ¿No me tiro a sacarlo como sea? Un segundo más y ese señor se quema ahí vivo. Qué sí. Que este trabajo es muy bonito y mola y estás trabajando y el ambiente es genial. Pero hasta los más jóvenes. Aquí estamos todos cascados. Los codos, las rodillas, la espalda… El que no es una cosa es otra. Es que aquí con las oposiciones que hay ya entras muy tocado de algo. Las pruebas físicas que nos toca pasar destrozan a cualquiera.

Me acuerdo la primera vez que abrí una casa para levantar un cadáver. Estaba todavía de prácticas después de la academia. Llamaron los vecinos que ese abuelete hacía mucho que no le veían. Joder si huele fatal toda la comunidad desde el portal. Ahí tiene que pasar algo. Me preguntó el sargento si me daba aprehensión. “No”. “¿Por qué?” le respondí sin pensarlo mucho. Cuando cede la ventana entramos. La casa está bien, a oscuras pero en seguida lo encontramos. Un cadáver en descomposición en mitad del suelo. Joder. No sé cuanto puto tiempo lleva ahí ese hombre. No quiero ni pensarlo, pero no tiene vientre, solo la columna vertebral con trozos de carne verdosa  y hay un charco de líquido debajo. Y qué olor más insoportable. Me acuerdo que yo había cenado merluza con guisantes. Nunca he sido de estómago delicado pero ese día lo eché todo. La merluza y los guisantes. 

Es verdad que el primer cadáver en descomposición que ves no se te olvida nunca. Pero lo que hemos hecho hoy de la residencia de ancianos es una locura. ¿Cuantos cadáveres hemos sacado?¿Cómo pude ser? ¿cómo pueden tener a los abueletes así? Yo entiendo que las que trabajan aquí no son las responsables. ¿Pero entonces quién? No lo sé pero lo que ha pasado no es normal. No es normal que nos llamen y estemos horas sacando cadáveres y más cadáveres de una residencia. ¿Es que nadie supervisa eso? ¿Es que nadie ha hecho nada? Joder ¿no saben llamar a una ambulancia y que les lleven al hospital? Les da igual lo que les pase a la gente. Que sí. Que hay un virus muy contagioso y que hay que tener cuidado. Pero esto no es normal. Pensar que un día mis padres puedan estar así me enerva. Se me llena la mente de blasfemias horribles y se me acaban las palabras. Y tengo muy claro que pase lo que pase yo nunca acabaré en un sitio así. 

No veo la hora de llegar a casa y acostarme. Me duele todo el cuerpo pero me duelen sobre todo los ojos y la cabeza. Me duelen muchísimo . Como si me fueran a estallar.  Necesito cerrarlos durante horas. Desconectar. Desaparecer. A veces pienso que no me tenía que haber apuntado a lo de la ONG esa que estoy que voy de voluntario a desinfectar. No me importa hacerlo pero es tiempo que me quito de descanso. Igual me he pasado de cosas y tengo que aprender a decir no. Pero es verdad que son tiempos difíciles y toca arrimar el hombro. Ya descansaré un poco más cuando esto pase. Pero es verdad que acumulo mucho cansancio y conducir o las actividades peligrosas del curro así de fatigado y sin dormir multiplican los riesgos.

 Pero salgo del coche y ya están esperándome en la puerta. Llegar a casa es otro mundo. Me espera mi familia, mi hijo, mi hija y mi compañera “Alber te tienes que quedar tú con los niños”. “Me han llamado del ambulatorio que vuelvo a tener turno”” Que están desbordados y hay compañeras de baja. Estoy cansadísima pero tengo que irme”. “A la niña la acabo de dar el pecho así que aguantará unas horas sin pedirte”. Es verdad. mi compañera trabajó de psicóloga en un centro de mujeres víctimas de violencia machista pero también es enfermera y ahora trabaja de eso. Si se tiene que ir se tiene que ir. Vaya. Otro día más que no duermo.