«Seguí llamando a lo largo de la semana» o por qué hay colas ante los centros de salud

«Soy vecina de Carabanchel y quería comentar en primera persona lo que me pasó como usuaria del centro de salud de Puerta Bonita».

[Esta es una carta que una vecina nos ha hecho llegar sobre sus peripecias para intentar conseguir una cita en un centro de salud del barrio]

Hace un mes tenía que ir al médico. Traté de pedir cita online y pusiera la fecha que pusiera me decía que no había cita en los próximos 14 días. Dejé de probar fechas cuando llegué a enero de 2022. Así que intenté llamar por teléfono pero hay tan poco personal que es más fácil que te lo cojan en la tele que en un centro de salud. 

Seguí llamando a lo largo de la semana, con cada llamada tienes que estar un rato perdiendo el tiempo con un contestador automático que te pide marcar para saber si es COVID-19, decir si quieres cita presencial o telefónica, introducir tu fecha de nacimiento, tu número de teléfono, tu DNI, etc. Todo esto para que pasen la llamada al centro de salud y allí no te lo puedan coger y tengas que volver a llamar y volver a introducir todos tus datos. Que, ojo, menos mal que teletrabajo, porque en cualquier otro puesto no podría haber insistido tanto. 

El viernes de esa semana a las 8 de la mañana ya por fin me cogieron el teléfono tras 3 días de intentos. Y la respuesta fue que la agenda no estaba abierta así que que llamara a partir del martes de la semana siguiente ya que no aceptaban citas. 

Así que me vestí y fui de urgencia al centro de salud, donde ya había cola a las 8.30 de la mañana. Allí, desde la carretera, porque el acceso al centro de salud de Puerta Bonita es de todo menos accesible, tuve que decir lo que me ocurría para que valoraran si me dejaban pasar, delante de viandantes y demás gente que esperaba, con un nivel de intimidad nulo y preguntas personales sobre mi estado de salud. 

De ahí me pasaron de urgencia con la médica.

Cartel en zona del C.S. Puerta Bonita en Carabanchel

 Expliqué lo que me pasaba y que había intentado pedir cita y me dijo superamable que había 3 médicos nada más, que la semana que siguiente eran ya 4 y entonces podrían empezar a dar citas. Le dije que sabía que no era culpa suya y que lo que les estaban haciendo no tenía nombre, a lo que me respondió, si lo tiene: maltrato, y me dio las gracias porque no todo el mundo lo entendía. Ahí yo ya no sabía si seguir contándole mi historial o ponerle la mano en el hombro a la médica para que se desahogase. Aluciné, porque yo soy maja, sí, pero que alguien me de las gracias de forma tan sincera por ello es de hacérnoslo mirar. 

Con la atención estoy realmente satisfecha, la de las pocas personas que estaban allí, porque la mayoría estaban agobiadísimas, pero no por ello dejaban de escuchar. Donde más frío era todo era en la entrada y al tener que pasar por ventanilla. Y es que si las médicas y enfermeras estaban saturadas, las personas de administración me parece hasta normal que no sepan ya ni hablar pausado. 

Evidentemente puse una reclamación a la Consejería de Sanidad por estar el sistema de citas caído, diciendo que hay tan poco personal que es imposible que te atiendan. Porque a la burocracia les importan los números para sus informes tanto como tener que parar las calles para que estemos aquí. Son cuantificables, no pueden negar el problema por estar registrado y a más reclamaciones que atender mayor gasto administrativo, que es justo donde les duele. Así que creo que es importante que les quede claro por escrito que hay un problema y que tenemos claro que no es culpa del personal sanitario para que no puedan lanzarles la pelota a su tejado.

Por ello, animo a venir a las manifestaciones que salen del centro de salud de Abrantes a presionar todos los jueves y a seguir poniendo reclamaciones. Porque nuestra salud no puede depender de poder hacer tiempo en una cola a la intemperie, de tener un trabajo que permita no separarse del teléfono en toda la mañana o de que el personal aún mantenga su escucha pese a lo mal que lo están pasando. Porque cuanto más estrés, más errores humanos, y eso nos perjudica de forma directa tanto al personal sanitario, que no son ni más ni menos que personas trabajadoras bajo mucha presión, como al resto a la hora de recibir la atención digna y eficaz que nos merecemos». 

“Hacer justicia y defender nuestros derechos es lo que hemos logrado en ADELA, el mejor grupo humano que he conocido”

Crónica sobre el conflicto contra un restaurante de Madrid

DeVII (nombre ficticio *) se define como un restaurante fusión con la mejor comida nikkei, japonesa y peruana. Ubicado en el centro de la ciudad de Madrid, se cataloga así mismo como un espacio “elegante y sobrío”. En el que al entrar es fácil dejarse cautivar por su luminosidad y donde se vive una experiencia innovadora. Y prosiguen para añadir que aquí cualquier persona puede sentirse “como en casa” gracias a su inmobiliario “blanco impoluto”.

Pero si tenemos que definirlo desde ADELA y más concretamente desde la experiencia de nuestros compañeros que han trabajado en el restaurante, pues la historia cambia bastante. DeVII es un restaurante frío y explotador, en el que al entrar a trabajar es fácil que vulneren tus derechos laborales, te hagan currar sin contrato, realices horas extras sin que te las paguen, no tengas días de vacaciones por más que trabajes, y veas afectada tu salud física y emocional. Y seguimos, un centro de trabajo en el que se vive una experiencia aterradora desde que comienzas a currar y en el que te harán sentir como un traidor, a través de llamadas cutres disfrazadas de buen rollo, por querer luchar y ganar lo que es tuyo, gracias a la actitud temeraria de los jefes y dueños del lugar. Aquí no hay nada impoluto.

Lo cuentan nuestros compañeros Miguel Ángel, Marco y Frank que lo han sufrido de primera mano y también se han defendido sin miedo hasta hacer justicia, con el apoyo de ADELA. Gracias su lucha y a la solidaridad, la empresa ha sumido sus deudas y las indemnizaciones.

La historia de Miguel Ángel:

No solo se trata de luchar por tus derechos si no también de aprender y poder ayudar a otras personas que están pasando por lo mismo”

Entré a trabajar en mayo de 2019, con mucha ilusión. Mi jornada era a tiempo parcial pero desde el primer día de trabajo, ya empezaban a hacerme quedar más horas de las que debía, siempre hacía una o dos horas extras de más. Yo por mi condición de estar irregular en ese momento, no hacía ningún reclamo y me quedaba callado. La situación iba de mal en peor en el aspecto de que los jefes al ver que rendimos laboralmente se iban más temprano y llegó un momento en el que no querían hacer nada, nos dejaban todo el trabajo a varios compañeros que estaban en la misma situación mía (sin papeles). Todos al empezar dábamos lo mejor de cada uno pero el desgaste y cansancio nos estaba pasando factura y llegamos al punto muchas veces de discutir entre nosotros. Una vez incluso nos planteamos denunciar a la empresa, fue lindo pensarlo y querer hacerlo pero solo quedó en una mera ilusión que no pasó a más.

Lo que más nos asustaba era quedarnos sin trabajo. Y por nuestra ignorancia y falta de conocimientos en el aspecto laboral y derechos fundamentales del trabajador, es que aguantamos hasta donde podíamos. Si nos salía un trabajo mejor, simplemente nos íbamos de ahí, sin derecho a reclamar nada de nada. Yo trabajé casi dos años, nunca tuve ni un solo día de vacaciones, los reemplazos que hacía a mis jefes me los pagaban, pero no realmente al precio que correspondía, y muchas veces si no quería hacer el reemplazo se molestaban. Era como que te coaccionan a que lo hagas sí o sí. Prácticamente yo tenía que estar a disposición del restaurante.

Cuando enfermé, no fue muy diferente. Para ellos era como si no tuviera nada y tenía Esclerosis múltiple RR. Nuestro consuelo entre compañeros era que al tener papeles, nos podríamos ir de ahí y que por ahora tocaba aguantar todo. A mí me despidieron no por ser un mal trabajador o porque haya hecho mal las cosas, me despidieron por haber recomendado a Jesús, un compañero que se quemó los brazos en área de Office. Gracias a Jesús conocí al grupo ADELA, ADELA le había ayudado a reclamar sus derechos y gracias a ello también logró una indemnización, que no hubiera logrado solo.

Al principio tuve miedo de demandar a la empresa incluso después de ver que Jesús lo había logrado. Me llevó mucho tiempo tomar la decisión de reclamar mis derechos, tanto pensar y después de varios meses decidí luchar junto al grupo ADELA. En esta lucha fuimos tres los demandantes, lo que me dio más fuerzas para hacerlo. Pero sobre todo lo que más me animó, era saber que iba a tener a un grupo de las mejores personas que había conocido hasta el momento, digo las mejores porque todas ellas estaban luchando a mi lado por mis derechos, en un país que no es el mío.

Todo esto era nuevo para mí y también difícil porque no tenía idea de nada, sobre derechos laborales. Desde el primer día me sentí arropado por el grupo y en todo este proceso he aprendido mucho. No solo se trata de luchar por tus derechos si no también de aprender y poder ayudar a otras personas que están pasando por lo mismo, pienso que lo mejor del grupo es el ayudar a los demás, sin miramientos de raza o condición social.

Después de varios meses de lucha, logramos llegar a un acuerdo con la empresa, la cual aceptó pagar lo que nos correspondía. Este grupo me ha devuelto las ganas de luchar por mí y por otras personas que necesitan ayuda.

El grupo ADELA Carabanchel es el mejor grupo humano que he conocido y resaltó los grandes valores que tienen, los cuales son muchos. Me siento feliz de haberlas conocido.

La historia de Marco:

En todo este proceso he aprendido mucho, soy un ser humano y tengo los mismos derechos que puede tener una persona con papeles”

Les voy a contar todo lo vivido en este conflicto con el restaurante, y sobre todo les hablaré de mi nueva familia: el grupo ADELA. Gracias a todas las personas que la integran pudimos hacer justicia y hacer valer nuestros derechos, frente a unos empresarios que nunca velaron por nosotros y que simplemente veían su beneficio.

Entré a trabajar el 10 de agosto de 2018. Recién llegado de mi país natal, con la promesa de tener los documentos y estar regular en España, a mi compañera y a mí nos engañaron con el famoso contrato, el cual nos permite regular nuestra estancia en el país. Yo comencé como lavaplatos y me esforcé día a día por hacer un buen trabajo para poder alimentar a mis menores, que estaban en mi país. Ilusionado de que la gente del restaurante había tramitado mi documentación, ya que eso fue lo que se nos comunicó, pasó el tiempo. Decían que todo iba bien, sin embargo, pasaron los años y ya en mi salida averigüé que nunca solicitaron dicha documentación.

Pasado el tiempo me esforcé tanto, que llegué a ocupar el puesto de segundo pero tenía que hacer labores de dos funciones. Mi jornada laboral era más de 60 horas semanales, había días que nos quedábamos hasta muy tarde por dejar limpio el recinto. Yo por mi condición de estar irregular en ese momento, no hacía ningún reclamo. Tenía que trabajar para alimentar a mis menores y me quedaba callado, aunque sabía que estaban atropellando mis derechos. Pero me asesoré con abogados y me decían que no denunciase porque podría perjudicarme.

La situación iba de mal en peor. El salario de las personas que no tenían papeles era muy distinto a los de las que sí. Esas personas trabajaban sus 40 horas a la semana, con un buen sueldo, con dos días de libranza. No tuvimos valentía por ignorancia y mal asesoramiento, no sabíamos que podíamos reclamar nuestros derechos.

Llegó la pandemia, todos contaban ERTE, estuvimos tres meses sin dinero, sin salario, pidiendo ayuda a asociaciones para alimentos o para pagar algo de la habitación. No estábamos tranquilos, no recibíamos nada ni siquiera un mensaje del jefe preguntando si estábamos bien.

Cuando regresamos al trabajo, nos bajaron más el salario, no teníamos de otra más que aguantarnos, ya que estar irregular y sin trabajo era muy difícil. Yo trabajé hasta septiembre de 2020, prácticamente en dos años y medio solo tuve 5 días de vacaciones hasta que me despidieron. El motivo fue porque decían que reclamaba mucho.

Al principio tuve miedo de demandar al restaurante, pensé que me podría pasar algo ya que estoy irregular. Pero conté con el apoyo de mis compañeras del grupo de ADELA. Me he sentido muy satisfecho de ver la misión y el objetivo de este grupo: luchar con toda esa gente que se aprovecha de las personas pisoteando sus derechos. Me dio mucha fuerza para hacerlo, pero sobre todo en los piquetes ver a mis compañeras cómo ponían el pecho en la puerta del restaurante, sin miedo a nada, eso me dio más valor. Supe que no estábamos solos en un principio del conflicto. La gente del restaurante me quiso sobornar ofreciéndome dinero y diciéndome que convenciese a mis compañeras para no siguiésemos en esto. Lo pensé y casi me desequilibró pero menos mal que estoy con una familia que me aconsejó, me dio más fortaleza: el grupo Adela.

En todo este proceso he aprendido mucho, soy un ser humano y tengo los mismos derechos que puede tener una persona con papeles. Después de tanta lucha, agotamiento, falta de tiempo… pero con todo el esfuerzo que dio cada integrante de esta familia, logramos llegar a un acuerdo con el restaurante. Hoy en día que teman toda esa gente que se burlan y se aprovechan de las necesidades que tenemos por trabajar, hay normas y hay que cumplirlas.

Me siento orgulloso de pertenecer al grupo de ADELA de Carabanchel. Aportaré y lucharé contra toda esta mafia que se aprovechan de los derechos de las personas

La historia de Frank:

Lo que más fuerzas me dio para luchar, fue hacerlo al lado de otras personas que compartían mi causa, como mis compañeros de trabajo y el grupo de ADELA”

Les contaré todo lo que he vivido en todo este conflicto con el restaurante y el apoyo de mi nueva familia, el grupo de ADELA.

El 15 de julio del 2018, entré a trabajar en el restaurante con la promesa de tener los documentos y estar en situación regular en España. Pero todo fue un engaño, como sucedió con mi compañero Marco. Comencé como cocinero y me esforcé día a día para hacer un buen trabajo y poder ayudar económicamente a mi familia.

Mi jornada laboral también era de 60 horas semanales, hacíamos muchas horas extraordinarias. Y nunca me quejé por miedo a mi situación irregular y la obligación de trabajar para solventar mis gastos. Con el tiempo, me asesoré con abogados que no me ayudaron, me decían que mejor no hacer nada para no perjudicarme.

La situación fue empeorando y a veces teníamos discusiones entre compañeros, debido al estrés. Sufríamos discriminación por parte de los dueños. Y en mi caso, el metre me decía palabras despectivas. Yo trabajé hasta marzo de 2020 y en todo ese tiempo sólo tuve tres días de vacaciones, en esa fecha me despidieron.

Como mis compañeros, también tuve miedo de denunciar al restaurante, pero finalmente con el apoyo de ADELA y mis otros compañeros, tiré para adelante. Eso fue lo que me dio fuerzas, luchar con otras personas que compartían mi causa. Saber que no estábamos solos.

Durante el proceso, el restaurante trató de sobornarme, ofreciéndome dinero y haciéndome llegar amenazas para que no siguiésemos adelante. No cedimos en ningún momento y finalmente, después de todos nuestros esfuerzos, conseguimos llegar a un acuerdo con el restaurante y así obtener lo que es nuestro.

Siempre estaré agradecido al grupo ADELA por darme fuerzas para iniciar este conflicto y luchar. Durante este tiempo he aprendido que hay que defender nuestros derechos y hacerlo en colectivo para ser más fuertes frente a las empresas que quieren vulnerarlos.

* No mencionamos el nombre real del restaurante, ya que es uno de los acuerdos a los que se llegó con la empresa en las negociaciones.

Retomamos las protestas contra el cierre de Abrantes y por la sanidad pública

Tras un parón en julio y agosto volvemos a movilizarnos ante al Centro de Salud de Abrantes en defensa de nuestra sanidad pública y de la atención primaria de calidad que merecemos.

El 9 de septiembre va a hacer justo un año desde que en la puerta del centro de salud Abrantes, en el barrio de Carabanchel, apareció un cartel indicando “No hay médicos ni de mañana ni de tarde”. Desde entonces, salvo un breve parón durante la Navidad y ahora en pleno verano, cada jueves cientos de vecinos y vecinas nos hemos movilizado ante nuestro centro de atención primaria para exigir que este no se cerrara y en defensa de una sanidad pública. Y aunque el ambulatorio ha recuperado algunos facultativos y facultativas -su número varía cada día-, el CS Abrantes está en una situación muy difícil. De los 16 médic@s que tenía en febrero de 2020, al inicio de la pandemia, este centro de salud que atiende un área con una población de 30.000 personas ha perdido más de un tercio de sus profesionales médic@s.

Y durante estos meses de julio y agosto la situación no ha mejorado, el número de médicos de familia ha oscilado entra uno y cinco. Si la falta de personal y recursos no se ha agravado más ha sido porque la constancia de las movilizaciones del barrio ha obligado a la administración madrileña a no abandonar por completo este centro de salud.

No han tenido tanta suerte otros ambulatorios. Como el CS Puertabonita, también en Carabanchel y colindante con Abrantes, donde a finales de junio colgaron un cartel anunciando que en julio, agosto y septiembre, por falta de personal, solo atenderían “casos de Covid”.

Maribel  Giráldez, médica de familia del CS de Fátima, tambien en Carabanchel en declaraciones a medios de comunicación, ha denunciado que el cierre de agendas médicas por las tardes está siendo una constante durante este verano. Habla de completo desastre en la gestión y agobio para los profesionales: “Curiosamente han hecho cambios, se supone que para no enfadar más a la población. El año pasado fueron las agendas de médicos del Centro de Salud de Abrantes las que se cerraron y los pacientes se desplazaban a Carabanchel Alto, y este año se han cerrado las de Carabanchel Alto y los pacientes se desplazan a Abrantes. Una curiosa manera de vestir a un santo desnudando a otro”.

Así, el verano en Madrid ha dejado un panorama, como ha podido constatar cualquier persona que haya requerido atención médica, de unos Centros de Salud colapsados en los que conseguir cita es difícil. Al no contratar personal suplente para las bajas o para las vacaciones, los ambulatorios se encuentran sin personal sanitario para atender. Este escenario empuja a miles de personas una situación dificilísima y de desamparo al tener muchas dificultades para acceder a la asistencia médica.

Y esta situación de colapso no se limita a la Atención primaria. Se ha trasladado a los hospitales como el 12 de Octubre -del que depende buena parte del distrito de Carabanchel-, que han sufrido un importante colapso y situación de desborde en estos meses de verano. La falta de atención en los centros de salud acaba llegando multiplicado a las urgencias de los hospitales que tienen que atender esas dolencias desatendidas a menudo empeoradas. Sin embargo, el Gobierno regional autorizó antes del verano el cierre de 2.140 camas en 21 hospitales madrileños, entre el 30 de junio y el 1 de octubre.

Y este deterioro de la atención en los Centros de Salud, y en el conjunto del SERMAS , es una política deliberada del gobierno regional de abandonar la sanidad pública madrileña para favorecer una remodelación del sistema sanitario y generalizar su privatización.

Por eso es imprescindible defender la sanidad publica y no hay muchas más formas de hacerlo que a través de la movilización vecinal y popular.

Reclamamos que se aumente el personal sanitario y la inversión tanto en la atención primaria, pilar fundamental en la prevención de enfermedades, como en el conjunto de nuestra sanidad pública.

Luchemos por una sanidad pública, universal y de calidad, no sólo para el barrio, sino para toda la Comunidad de Madrid. ¡Por ti, por el barrio!

¡Que los barrios populares y trabajador@s, sean espacios LGTB seguros!

Ante los últimos acontecimientos respecto a la ley Trans y el discurso LGBTfobo de la extrema derecha, desde la Asamblea Popular de Carabanchel mostramos nuestro apoyo a todas las personas LGBT, no solo del distrito, sino de toda la región, y nuestra intención de denunciar la LGBTfobia y hacer de nuestros barrios un espacio seguro para ellas.

En los últimos meses, y en especial en el último año, se han vivido auténticos momentos de odio y discriminación hacia cualquier persona LGBT (y en especial hacia las personas trans) que guardan, además, una cierta protección institucional al permitirse discursos de odio por parte de la extrema derecha en las instituciones, no solo de Madrid, sino de todo el territorio estatal.

Hemos tenido que observar un auténtico espectáculo con la llamada «Ley Trans», la cual garantiza varios derechos del colectivo trans y una agilidad burocrática en el cambio legal, espectáculo que solo ha conseguido que se atrasara cada vez más y más una ley que es necesaria para el colectivo. Esta ley, además, ha sido atacada por grupos que dicen ser feministas y por personalidades de dicho movimiento, las cuales gozan de impunidad en la televisión para mostrar sus discursos de odio.

Se ha vuelto a poner sobre la mesa debates que, si no estaban muertos, al menos estaban olvidados por la sociedad, como la del matrimonio igualitario; la adopción homoparental y el reconocimiento de la maternidad para las madres no gestantes; se ha llegado a negar la existencia de las agresiones LGBTfobas e, incluso, se quiere instaurar el llamado «pin parental» con el cual algunos padres podrían boicotear charlas LGBT y de sexualidad en los colegios e institutos, desamparando a ese alumnado que necesita escuchar que no está solo y prohibiendo que nuestros hijos e hijas se informen sobre el sexo seguro y las relaciones sexuales.

Se habla mucho de la diferencia que hay entre ser LGBT en el mundo rural y el urbano. Sin embargo, hablamos muy poco de la diferencia que hay entre serlo en los barrios obreros y en el centro de la ciudad. Chueca es el «barrio gay» por excelencia, y ha sido vendido como el único lugar LGBT seguro de Madrid. No es casualidad que muchos opten por mudarse lo más cerca posible.

Pero, igualmente, los propios vecinos y vecinas de Carabanchel podemos hacer mucho para que nuestros barrios sean espacios seguros: no nos callemos cuando veamos que alguien insulta a una persona por su orientación o identidad sexual, reaccionemos ante la LGBTfobia en todo momento y defendamos que en nuestras escuelas públicas se eduque a nuestros hijos e hijas en la diversidad sexual. En nuestra mano está dar el primer paso.

Desde la Asamblea Popular de Carabanchel reclamamos que los barrios obreros sean también lugares seguros para el colectivo. Siendo los distritos más poblados todos obreros, es lógico pensar que albergan mayor población LGBT. Reivindicamos, por tanto, que se acabe con la LGBTfobia y la invisibilización de la diversidad sexual en nuestros barrios. ¡Que los barrios populares y trabajador@s sean espacios LGBT seguros!

Los barrios se mueven en defensa de los centros de salud y de la sanidad pública

Ante la difusión de los “planes de contingencia” de la administración madrileña de cara al verano, que incluyen el cierre de la mayoría de los centros de salud de la Comunidad de Madrid, crece la indignación. En las últimas semanas, han tenido lugar más de medio centenar de nutridas protestas ante diferentes ambulatorios.

Nuestros peores temores se están confirmando. Si ya a medida que se acerca el verano los y las vecinas temíamos que el centro de salud de Abrantes se quedara sin médicos y médicas de familia -ya ocurrió el pasado mes de septiembre-, la difusión, estos días, de los planes de la administración autonómica de cara al verano indican que se van a cerrar la mayoría de los centros de salud de Madrid.

A finales de mayo varios varios medios de comunicación hicieron públicos los “planes de contingencia” con los que trabaja la Dirección Asistencial Centro, una de las seis en las que se divide el área sanitaria de la Comunidad de Madrid y de la que dependen 49 centros de salud. Según dichos planes, la administración plantea una reestructuración por fases en la que el último escalón supone el cierre de 41 de esos centros.

Los ocho ambulatorios del Área Centro que quedarían abiertos concentrarían la atención -esencialmente telefónica- de toda la población -1.293.973 personas- de los distritos de Latina, Carabanchel, Usera, Villaverde, Chamberí, Barrio de Salamanca, Chamartín y Ciudad Lineal.

Siempre según estos planes, durante el periodo vacacional y ante la dificultad por falta de plantilla de garantizar un número mínimo de profesionales sanitarios en los ambulatorios, en el distrito de Carabanchel, se cerrarían todos los centros de atención primaria del barrio salvo tres -el de Fátima, el de General Ricardos y el de Aguacate- que se convertirían en “centros de referencia” para atender esencialmente por teléfono, al conjunto de la población. Baste recordar que el distrito de Carabanchel, con una población de más de 260.000 habitantes es el más poblado de la capital. Los plantes tampoco concretan durante cuanto tiempo se aplicarían estas medidas de “contingencia”.

La difusión de estos ‘planes de contingencia’ levantó inmediatamente una hola de rechazo en los barrios afectados por los recortes. Las protestas ante numerosos centros de salud se multiplicaron.

Por su parte, el consejero de Sanidad en funciones de la Comunidad de Madrid, Enrique Ruiz Escudero, intentó salir al paso de la oleada de protestas -más de medio centenar de concentraciones o manifestaciones en un par de semanas, y las protestas siguen multiplicándose- y aseguró que no se cerrará ningún centro de salud este verano en la región, aunque “se adaptarán a la actividad asistencial”. Pero esta “adaptación” inevitablemente va a significar recortes de horarios, servicios y de forma generalizada el vaciamiento, en la práctica, de la mayoría de los ambulatorios ya que la administración del PP no está haciendo nada significativo para cubrir las bajas y las vacaciones de un personal del servicio de salud ya agotado por meses de sobreesfuerzo. La situación de abandono y desinversión en Atención Primaria, la precariedad laboral del personal, ha hecho que de 224 médic@s de familia que han acabado este año sus 10 años de formación, solo se queden 17 a trabajar en centros de salud madrileños. Y de 76 pediatras que acaban de terminar su ciclo formativo, solamente 5 se quedarán en el SERMAS.

Como prevén los ‘planes de contingencia’ si no hay profesionales para poder atender, los centros irán reduciendo su actividad. Quizás, y para evitarse las críticas, no los ‘cierren’ del todo y estos mantengan sus puertas abiertas; habrá algún administrativo o incluso alguna enfermera -para que se vean batas blancas-, pero no habrá profesionales sanitarios y por lo tanto no habrá atención sanitaria. La idea es mantener decorados abiertos, pero, a efectos prácticos, no se atenderán a los y las vecinas en su derecho a la salud.

Y sabemos por experiencia que la administración del PP no le va a temblar la mano a la hora de cerrar/vaciar centros de salud. El pasado septiembre en la puerta del Centro de Salud (CS) Abrantes apareció un cartel indicando “No hay médicos ni de mañana ni de tarde”. Pero el centro seguía ‘abierto’. Y desde entonces, salvo un breve parón durante la Navidad cada jueves cientos de vecinos y vecinas de este barrio de Carabanchel se han movilizado ante su centro de atención primaria para exigir que este no se cerrara y en defensa de una sanidad pública. Y aunque el CS Abrantes ha recuperado algunos facultativos y facultativas -su número varía cada día- , sigue en una situación muy difícil. De los 16 médic@s que tenía en febrero de 2020, al inicio de la pandemia, este centro de salud que atiende un área con una población de cerca de 30.000 personas se ha quedado con menos de una quinta parte de sus profesionales médic@s.

La consecuencia de la falta de personal son las colas, colas llenas de gente que tiene que estar largo tiempo esperando al sol para poder ser atendida. Las colas, por desgracia, no son solo exclusivas de Abrantes. En todos los distritos del sur, en todos los distritos populares se siguen formando estas colas de la indignidad ante los centros de salud.

Por eso, desde hace ya diez meses cientos de vecinos y vecinas nos manifestamos con constancia y dignidad cada jueves. Por eso seguiremos con las protestas semanales en defensa de este centro de salud.

Organizamos estas protestas porque consideramos que el pueblo es el único que puede salvar al pueblo, y estaremos allí los días que hagan falta, haga sol, lluvia o viento, para defender que cada persona de las 30.000 que viven en Abrantes y las millones que viven en distintos barrios y ciudades de la Comunidad de Madrid tengan la atención sanitaria que merecen.

Luchemos por una sanidad pública, universal y de calidad.

Vecino, vecina, sal, es por tu dignidad.

ADELA se enfrenta a un restaurante que explota y discrimina a sus trabajadores

Miguel Ángel, Frank y Marco son los tres trabajadores que se encuentran en plena lucha contra el restaurante, que les mantuvo sin contrato de trabajo y alta en la Seguridad Social, y en el que han sufrido discriminación por su procedencia y orientación sexual. Se trata de la segunda ocasión en la que ADELA, el grupo de Autodefensa Laboral de la Asamblea Popular de Carabanchel, se enfrenta a este restaurante por graves vulneraciones de derechos.

Miguel Ángel, Frank y Marco son compañeros del grupo de Autodefensa Laboral de la Asamblea Popular de Carabanchel, ADELA. Eran trabajadores de un restaurante, pero al principio no tuvieron contrato de trabajo o el que les hicieron no era el correcto, ni estuvieron dados de alta en la Seguridad Social. Tampoco cobraron las horas extraordinarias que les obligaban a realizar. Y sufrían continúas situaciones de discriminación e intimidación por su procedencia, son migrantes, y su orientación sexual.

El restaurante ha jugado con su miedo y su salud y ha vulnerado gravemente muchos de los derechos laborales que existen, aprovechándose de la situación administrativa de los tres compañeros. Ante estas agresiones de la empresa, ADELA no juega, ADELA va muy en serio y ha dado respuesta de forma colectiva a estos abusos patronales. Primero a través de la vía judicial pero también con la denuncia pública.

Tras recibir la denuncia pertinente y comenzar con la campaña en redes sociales, la empresa ha realizado llamadas a los compañeros, tratando de intimidarles y de disuadirles para que no siguiesen adelante, utilizando falsos argumentos, tales como el restaurante va a cerrar si tienen que pagar lo que deben, y atacando con descalificativos al grupo de Autodefensa Laboral. Estas conversaciones han sido grabadas, algo que ADELA siempre recomienda hacer en caso de conflictos, y serán utilizadas para la protección y defensa de los derechos laborales de estos trabajadores.

Además, el abogado del restaurante ha contactado con ADELA para “contrastar la información que hemos denunciado y conversar sobre este asunto”, lo cual puede revelar que la empresa quiere llegar a un acuerdo. No obstante, la campaña de denuncia sigue adelante, así como la convocatoria de un nuevo piquete informativo que tendrá lugar el próximo miércoles 16 de junio.

Desde ADELA se persigue que este restaurante pague lo que debe a los tres compañeros, pero también hacer visible el daño moral y físico que el restaurante ha causado a Miguel Ángel, Frank y Marco.

La venganza se sirve en plato frío

En ADELA son fans de las justas venganzas. Aquellas que se fraguan de forma colectiva para reparar el daño que causan las empresas a la clase trabajadora. Tienen la convicción de que ninguna agresión debe quedar sin respuesta. Y en este caso y nunca mejor dicho, la venganza se sirve en plato frío. Una venganza cocinada por ADELA que en el restaurante se van a comer.

¿Quieres vengarte junto a ADELA? Este es el menú bien frío en el que puedes colaborar y estas son las acciones que puedes cocinar para darle al restaurante:

  • Reserva en su restaurante pero luego no vayas.
  • Deja malas valoraciones en sus cuentas en redes sociales y portales digitales.
  • Escribe un correo electrónico pidiendo que paguen a nuestros compañeros.
  • También, puedes decírselo por teléfono.
  • Y por supuesto, dale a la imaginación: hay muchas posibles acciones de presión

El restaurante reincide en la vulneración de derechos laborales

No es la primera vez que ADELA se enfrenta a este restaurante pero ojalá sea la última. La primera ocasión fue otro compañero del grupo que trabajaba para este mismo restaurante sin contrato, sin estar dado de alta en la Seguridad Social, y donde sufrió un accidente que le produjo quemaduras en ambos brazos con un producto químico de limpieza.

Tras varios meses de lucha, en los que ADELA y Jesús iniciaron un proceso judicial, realizó denuncia pública y convocó un piquete informativo al que acudieron decenas de personas; la empresa cedió a su presión, y comenzaron unas negociaciones, que dieron lugar a un acuerdo favorable para Jesús.

Sobre ADELA

ADELA es el grupo de la Asamblea Popular de Carabanchel que hace realidad la autodefensa laboral, actuando como sindicato de barrio. Actúa desde la horizontalidad, el feminismo, el apoyo mutuo, la acción directa y la formación para dar apoyo a diferentes personas con problemas derivados de sus trabajos.

Para contactar con el grupo o participar en él:

grupoadelacarabanchel@gmail.com y en el teléfono 644.26.23.90

+ info: www.asambleadecarabanchel.org

10 años del 15M, 10 años de la Asamblea Popular de Carabanchel

Los problemas que nos llevaron al 15M siguen existiendo y quizá multiplicados. Seguiremos reclamando que no somos mercancías en manos de políticos y banqueros. Seguiremos gritando que llevamos un mundo nuevo en nuestros corazones.

Con motivo del 10 aniversario estamos asistiendo a la aparición de numerosos materiales periodísticos sobre el 15M. La mayor parte de ellos, especialmente lo que fueron elaborados por personas que no participaron en estos acontecimientos, tienen en común una determinada característica: consideran que el 15M fue única y exclusivamente la acampada en Sol. Y hace un relato en el cual al acabarse la acampada en Sol se acaba el 15M.

Este planteamiento es sumamente engañoso y pasa por alto lo que realmente sucedió. Se llega un punto de la campada de Sol, concretamente en una asamblea en La Plaza del Carmen, donde se decide consciente y colectivamente pasar de una asamblea centralizada a generar asambleas “por barrios y pueblos”. Esto es se produce una descentralización del movimiento 15M. Así surgen una constelación de Asambleas por distintos territorios. Así surgimos, entre otras muchísimas, la Asamblea Popular de Carabanchel (APC).

Esta traslación y arraigo en los territorios, que en este aniversario está siendo desdeñado, tiene mucho que ver con el relanzamiento del tejido social que vivimos y el posterior ciclo de luchas que siguió al 2011. En un distrito como el de Carabanchel las asambleas, rápidamente, se permearon de las inquietudes, necesidades y peculiaridades del distrito y su realidad social. Las asambleas reflejaron las necesidades de la población de un distrito golpeado por las lacras del capitalismo que vapulean a nuestros vecinos y vecinas. Se daba el caso a veces que la propia asamblea se tenía que pausar para acudir a paralizar alguna de las redadas racistas que se daban en los alrededores.

También, rápidamente se empezó a convertir en un referente para las familias que estaban amenazadas de desahucios que primero encontraron ayuda y apoyo ante su dificilísima situación y que después de muchos meses de intensísima lucha y desobediencia empezamos a ser un referente en la paralización efectiva de los desahucios. En estos 10 años que vamos a cumplir han sido muchos centenares de familias las que gracias a la acción de la asamblea y con apoyo de otros colectivos se ha conseguido que no fueran desahuciadas.

Pero si, echando la vista atrás, la lucha en torno al derecho a la vivienda y contra los desahucios ha sido uno de los aspectos más significativos, la recopilación de la intensa actividad de la APC ha abarcado muchos otras vertientes. Resumir una década es imposible, especialmente cuando es una década tan extraordinariamente intensa como esta. La APC ha estado presente en las luchas en defensa de la sanidad y la educación pública y en la lucha contra la precariedad laborar, especialmente desde la creación, hace ya cinco años, del grupo de Autodefensa Labora (ADELA). Ha estado presente en decenas de iniciativas de todo tipo como culturales, solidarias, de cuidados de nuestros vecinos y vecinas. Siempre con la perspectiva de construir un barrio mejor y una sociedad mejor, más humana y donde la vida y las necesidades de las personas sean el centro.

Otro de los momentos más influyentes del inicio de la Asamblea Popular, fue cuando, con la llegada del otoño y para poder seguir manteniendo las asambleas pese a la lluvia se liberó un antiguo economato que llevaba años abandonado dando paso a la creación de un importante centro social como es el EKO. Un centro social que ha tomado desde entonces una intensa vida propia y se ha convertido en una estructura y espacio fundamental del barrio.

Hablan ahora del 15M en pasado. Es cierto que la inmensa mayoría de las asambleas ya no existen como tales. Es cierto que muchas desaparecieron y sobre todo que mutaron a otras formas revitalizando sin duda el tejido social de los territorios. Pero también es cierto que hay asambleas que seguimos. El pasado 9 de mayo de 2021, 50 personas estuvimos “asambleadas” en nuestra ya tradicional plaza de Oporto debatiendo cómo seguir interviniendo y construyendo comunidad y contrapoder. Queremos seguir siendo un espacio de encuentro en el que conocerse, crear comunidad y juntarnos para tratar de incidir en las problemáticas que sufrimos.

Las asambleas populares se constituyeron y siguen en base a un espíritu universal y aunque tenemos que enorgullecernos de Carabanchel el sentido de este poder popular lo trasciende porque somos vecinos y vecinas del mundo y todo lo que sucede en diferentes lugares nos afecta a todos y a todas.

Los problemas que nos llevaron al 15M siguen existiendo y quizá multiplicados. Seguiremos reclamando que no somos mercancías en manos de políticos y banqueros. Seguiremos gritando que llevamos un mundo nuevo en nuestros corazones.

¿Donde estaba la clase trabajadora durante el confinamiento?

En marzo 2020 varios millones de personas quedamos totalmente confinadas en nuestras casas. Todo quedó en suspenso durante semanas. Sin embargo, si la vida siguió adelante (pudimos comprar alimentos, tener servicios… ) fue gracias al esfuerzo y entrega de miles de trabajadores y trabajadoras.

Aprovechamos este #1Mayo2021 para realizar un pequeño homenaje a la #ClaseTrabajadora, a esos millones de personas que hicieron posible que la vida no se parara durante el confinamiento y que hacen posible día a día que la vida siga.

La lucha da frutos: Jesús arrranca una indemnización al restaurante que le despidió

Final ‘feliz’ para Jesús, quien sufrió un accidente laboral y fue “despedido” por su empresa, que le mantenía sin contrato de trabajo y sin estar dado de alta en la Seguridad Social. ADELA, el grupo de Autodefensa Laboral de la Asamblea Popular de Carabanchel, apoyó en todo el proceso al compañero que acudió al grupo con el objetivo de informarse por sus derechos y defenderlos.

Desde la Asamblea Popular de Carabanchel, a través de su grupo ADELA, llevamos más de cinco años luchando frente a la explotación y vulneración de derechos laborales. Nos encontramos ante casos, en los que las empresas cometen abusos y se aprovechan del miedo de las personas y de su situación de vulnerabilidad.

Así es cómo actuó un restaurante de postín, que se encuentra en una zona rica de Madrid, con nuestro compañero Jesús. Un restaurante que aunque va de establecimiento de lujo a él y a otras personas las tenía sin contrato. Una práctica que, aunque ilegal, es desgraciadamente muy común.

Pero Jesús no tenía miedo. Y así es como comienza su historia. Él trabajó durante varios años en este restaurante, concretamente en las cocinas. Durante una de sus jornadas, tuvo un accidente laboral con un producto químico de limpieza que le produjo quemaduras en ambos brazos. Al comunicarlo a su responsable, lo único que hicieron fue darle una pomada e increparle para que siguiese trabajando.

Esta es otra de las situaciones que nos encontramos a menudo, empresarios, jefes, responsables, superiores, en definitiva, empresas que no cuidan nuestra salud y su único interés es que sigamos produciendo. Jesús comunicó que así no podía seguir trabajando y lo echaron a la calle, de un día para otro y sin indemnización. Sin embargo, Jesús se informó sobre sus derechos y presentó una demanda contra la empresa, también pidió apoyo en ADELA, para defenderse formando parte del grupo.

Tras semanas de lucha e intentos de negociación, la empresa se negaba a llegar a un acuerdo. Es más, comenzó a realizar prácticas aún más amenazantes para nuestro compañero Jesús, como enviar a dos personas a su casa a las 23:00 horas para amenazarle por haber demandado y posteriormente ofrecerle 300 euros a cambio de retirar la demanda y callarse. Una cantidad muy por debajo de la que le correspondía.

Pasamos a la denuncia pública y convocamos un piquete informativo, el 26 de marzo, en el que participaron decenas de personas de Carabanchel, del colectivo Distrito14 y de la Asamblea Popular de Lucero. La empresa finalmente cedió a nuestra presión, y comenzaron unas negociaciones, que han dado lugar a un acuerdo entre Jesús y el restaurante. Ha recibido una indemnización por los daños causados, que se corresponde con la cantidad que solicitaba en su demanda.

Esta historia tiene un final “feliz” gracias a la movilización de nuestro compañero y nuestro barrio. Porque ninguna agresión por parte de las empresas, debe quedar sin respuesta.

Sobre ADELA

ADELA es el grupo de la Asamblea Popular de Carabanchel que hace realidad la autodefensa laboral, actuando como sindicato de barrio. Actúa desde la horizontalidad, el feminismo, el apoyo mutuo, la acción directa y la formación para dar apoyo a diferentes personas con problemas derivados de sus trabajos.

Para contactar con el grupo o participar en él:

grupoadelacarabanchel@gmail.com y en el teléfono 644.26.23.90

+ info: www.asambleadecarabanchel.org

Una pequeña gran victoria: José Pedro y su familia se quedan tras arrancar un nuevo contrato de alquiler

Tras una larga lucha, nuestro vecino José Pedro, su compañera y sus 2 hij@s pequeños se quedan en su casa tras llegar a un acuerdo con el fondo buitre Fidere/BlackStone. Evitan así el desahucio de su vivienda cuyo procedimiento Fidere había iniciado ya.

Sigue la información en #JosePedroVSBlackstone #JosePedroSeQueda

José Pedro vive con su compañera y sus 2 hij@s de 10 y 8 años de edad. La vivienda que habitan es una vivienda social que les fue adjudicada en 2012 por la Empresa municipal de la Vivienda y el Suelo (EMVS) dependiente del Ayuntamiento de Madrid. En 2013 esa vivienda pública, junto con otras muchas, fue vendida por el ayuntamiento de la capital al fondo buitre Fidere/Blackstone en un proceso de dudosa legalidad que aún está pendiente de dirimirse en los tribunales de justicia. Este fondo buitre, que es el mayor propietario de vivienda del mundo, no ha dudado en subir el alquiler a sus inquilinos e inquilinas acabando completamente con el carácter social original para el que se crearon estas viviendas. José Pedro y su familia no se pueden permitir una vivienda a precio de mercado ni al precio de alquiler que les exigía Fidere, el nuevo propietario de su vivienda. José Pedro está en situación de desempleo y no recibe ningún tipo de subsidio y su compañera trabaja en una gran superficie comercial a jornada parcial. Fidere /Blackstone ya había conseguido de un juzgado una primera orden para desahuciar a José Pedro y toda su familia, aunque esta logró paralizarse temporalmente en enero de 2020.

Desde distintas organizaciones y colectivos sociales del distrito nos hemos unido en una campaña para exigir al fondo buitre que desista de su intención de desahuciar a esta familia. A principios del año pasado se realizaron asambleas populares en el bloque de José Pedro y unas primeras movilizaciones que la pandemia y el confinamiento ligado a esta, paralizaron temporalmente.

Sin embargo como explica José Pedro en una carta (la puedes leer integra más abajo) “el año pasado empezaron los primeros contactos indirectos con los buitres de Blackstone a través de compas del movimiento de vivienda. Después de este tiempo, en los últimos meses, (…) y tras unos cuatro años desde que decidieran estos saqueadores expulsarnos directamente [Fidere], empiezan a tener prisa por que lleguemos a un ‘acuerdo’”.

Finalmente, a finales del pasado marzo, José Pedro y Fidere han firmado un nuevo contrato, “algo más asequible que lo que exigían originariamente, para intentar ofrecer una estabilidad y tranquilidad a nuestrxs peques. Ya que por perder, perdimos hasta el miedo hace bastante tiempo”.

La firma del nuevo contrato de alquiler

Aún reconociendo la pequeña gran victoria que significa que la lucha de un vecino contra la brutal subida del alquiler que le quería imponer uno de los principales fondo buitre del mundo, José Pedro valora que “no nos hace ninguna ilusión firmar con esta mafia tras saber que hemos perdido personas como Jordi en Cornellá u otro vecino, sin ir más lejos, en nuestro propio barrio en 2017 por este cáncer. O las decenas de vecinas que han sido igualmente violentadas y desahuciadas de sus viviendas aquí en Carabanchel y en otros barrios y municipios de Madrid, y en todo el Estado. Nuestra conciencia nos pide más lucha, más guerra”. Pero, matiza, “no puede recaer toda la responsabilidad de la lucha contra este expolio o por la reversión de este atropello, en mi familia”. Firmó el nuevo contrato por que “tenemos la responsabilidad sobre dos peques, que al igual que muchxs otrxs, no tienen culpa alguna ni tan siquiera comprenden bien porqué este jodido mundo se empeña en fastidiar a quién sólo quiere vivir justamente. Y son por quienes debemos cuidar especialmente”.

José Pedro y su familia agradecen la solidaridad y apoyos recibidos “Existen compas, vecinas, organizaciones y espacios sociales de barrio que se preocupan y ofrecen su solidaridad, tiempo, experiencia y apoyo haciendo que vivir aquí, y compartir luchas, merezca la pena. Sin ellxs el barrio, y algunos logros, no serían posibles tal y como son. Nos gustaría mencionarlxs a todxs, pero sería muy extenso además de correr el riesgo de olvidarnos de alguien seguro. A todas ellxs queremos dar las gracias y felicitarlxs”.

Pero no da por terminada la lucha ya que “Seguimos. Pues todavía queda mucho para garantizar el derecho a techo para todo el mundo”.

Carta de José Pedro:

“Buenas Compas, Vecinas,…. y un largo etc!!

Disculpadnos por este tiempo en el que no hemos informado sobre nuestra situación. Ha cambiado mucho el día a día de toda la vida. Las acuciantes necesidades que se han incrementado en el último año a nuestro alrededor hemos creído mucho más prioritarias ante otras cuestiones.

El año pasado empezaron los primeros contactos indirectos con los buitres de Blackstone a través de compas del movimiento de vivienda. Después de este tiempo, en los últimos meses, viendo la actual situación que se vive con la profunda degradación de las condiciones de vida de gran parte de la sociedad, ya de por sí precarizada permanentemente, por este sistema inhumano y salvaje; con letargoso y forzoso proceso de devolución de idéntico expolio de patrimonio público al nuestro; incipientes propuestas contestatarias como huelga de alquileres; encendido y polarizado debate público sobre efectiva regulación del alquiler;… entre otras cosas, y tras unos cuatro años desde que decidieran estos saqueadores expulsarnos directamente, empiezan a tener prisa por que lleguemos a un “acuerdo”.

No nos hace ninguna ilusión firmar con esta mafia tras saber que hemos perdido personas como Jordi en Cornellá u otro vecino, sin ir más lejos, en nuestro propio barrio en el 2017 por este cáncer. O las decenas de vecinas que nos han sido igualmente violentadas y desahuciadas de sus viviendas aquí en Carabanchel y en otros barrios y municipios de Madrid, y en todo el Estado. Tampoco conociendo el corrompido y apestoso sistema judicial que lleva, por ejemplo, un año y medio para comenzar el juicio oral que revierta, a todas luces, las viviendas expoliadas a la EMVS a manos públicas definitivamente. Nuestra conciencia nos pide más lucha, más guerra. Pero tenemos la responsabilidad sobre dos peques, que al igual que muchxs otrxs, no tienen culpa alguna ni tan siquiera comprenden bien porqué este jodido mundo se empeña en fastidiar a quién sólo quiere vivir justamente. Y son por quienes debemos cuidar especialmente. Firmamos un contrato, algo más asequible que lo que exigían originariamente, para intentar ofrecer una estabilidad y tranquilidad a nuestrxs peques. Ya que por perder, perdimos hasta el miedo hace bastante tiempo.

Seguimos. Pues todavía queda mucho para garantizar el derecho a techo para todo el mundo. Sobre todo porque aunque en este problema haya habido personas, vecinxs, organizaciones y administraciones públicas –de ¿distinto signo? – que han utilizado el sufrimiento de este atropello –que lejos de ser excepcional e irrepetible se empecinan en volver a repetir– para lucrarse, venderse, posicionarse,… dejando a la inmensa mayoría de las afectadas desamparadas. Existen compas, vecinas, organizaciones y espacios sociales de barrio que se preocupan y ofrecen su solidaridad, tiempo, experiencia y apoyo haciendo que vivir aquí, y compartir luchas, merezca la pena. Sin ellxs el barrio, y algunos logros, no serían posibles tal y como son. Nos gustaría mencionarlxs a todxs, pero sería muy extenso además de correr el riesgo de olvidarnos de alguien seguro. A todas ellxs queremos dar las gracias y felicitarlxs.

Seguimos!!”