El apoyo mutuo y la solidaridad, armas contra la desesperación

D. tiene dos hijos, uno mayor de edad y otra de nueve años. Vivía con ellos en el madrileño barrio de Carabanchel en una casita alquilada. Su casero y dueño de la vivienda no pudo pagar la hipoteca que tenía con el Deutsche Bank y la entidad bancaria se quedó con la casa. Pero D. seguió viviendo en ella. Hace unos meses, la entidad alemana, que cerró el año 2014 con unas ganancias netas de 1.691 millones de euros, un 148% más respecto al año anterior, inició un procedimiento para desahuciarla. Seguir leyendo